TradeSport 142 - Marzo 2007

opinión Cuestión de educación Vengo oyendo, desde hace algunos meses, algunas voces que defienden que, para fomentar la práctica deportiva entre los más pequeños, cada vez más sedentarios, sería conveniente reforzar la asignatura de educación física en los colegios. No es una mala propuesta, pero creo que el problema de fondo es que somos incapaces de entender, en su sentido más amplio, lo que realmente significa la educación física. Y ese es nuestro gran problema. Lo primero que deberíamos evitar es relacionar la educación física sólo con un asignatura del colegio que muchos niños se ven obligadosa realizar durante su etapa escolar: el deporte es mucho más que dar vueltas al patio del colegio por imposición; es un aspecto crucial en el desarrollo de un individuo y, sobre todo, de una sociedad. Como individuos, el deporte realza nuestras habilidades personales y nuestra salud -mental y física- en general. También enseña valores esenciales como la confianza en uno mismo, el trabajo en equipo, la comunicación, la inclusión, la disciplina, el respeto o el juego limpio. En el ámbito social, contribuye al crecimiento económico y social, y, sobre todo, mejora la salud pública, algo imprescindible en una sociedad del bienestar como la nuestra. Todas estas ventajas, constantemente citadas por todos los expertos que insisten en alertar de los peligros que supone el descenso progresivo de los índices de práctica deportiva, no tienen mucha incidencia ni en la sociedad ni, sobre todo, en los gobiernos, que no parecen preocuparse demasiado de estas consecuencias y que no se alteran ni siquiera ante datos tan alarmantes como el Informe sobre la Salud del Mundo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde se pone de manifiesto que la inactividad física está entre las principales causas de las muertes que no están provocadas por enfermedades trasmisibles (el 60% del total). Con este dramático dato, y viendo la extensa lista de ventajas que tiene el deporte, es difícil entender por qué los gobiernos siguen sin mostrar el más mínimo interés en llevar a cabo proyectos de fomento de la práctica deportiva entre los más pequeños (y entre los adultos) y prefieren destinar sus presupuestos al deporte profesional. En cuanto al sector, más de lo mismo. No hay iniciativas conjuntas porque las marcas están demasiado ocupadas en hacerse la competencia. Nadie piensa en el grupo y en las consecuencias que puede tener el descenso en barrena de la práctica deportiva. Los millones se invierten en imagen de marca y en patrocinio, y las pocas iniciativas que hay -puro marketing- apenas tienen trascendencia. Algunos insensatos dirán que el cambio radical que ha sufrido el sector y, en especial, su oferta, pude justificar el pasotismo de las grandes marcas "multideporte", que confían cada vez menos en lo atlético y no ven justificada una inversión en fomento de la práctica porque cada vez hay menos "público objetivo". Es retorcido y, además, parte de un supuesto erróneo (que la moda deportiva es perenne). Gobiernos y marcas deberían entender, de una vez por todas, que gastarse dinero en potenciar la práctica deportiva no es un gasto sino una inversión. El verdadero gasto surgirá si no se hace nada. RAUL BERNAT Redactor (raul@gescode.es) Temporadas como la de este invierno ponen de manifiesto, con toda su crudeza, el gran riesgo que corren los empresarios de la distribución deportiva. El mercado deportivo comienza su actividad comercial con mucho tiempo de antelación, cuando los detallistas ven los productos de las diferentes marcas y llevan a cabo las compras, comprometiéndose a comprar un stock que asegure las ventas de toda una temporada. Este stock es al mismo tiempo héroe y villano; héroe cuando se acierta en las compras y la temporada funciona bien; y villano cuando la temporada va muy mal climatológicamente o cuando se falla en las compras y el resultado las ventas no se producen, llevando a los empresarios detallistas a dos graves problemas, uno de liquidez, y otro de stockaje y producto obsoleto. Esta incertidumbre con la que vive el detallista no parece lógica dentro de las relaciones comerciales del siglo XXI. Más bien al contrario. El camino a recorrer por el sector debería ser el inverso: reducir la antelación de las compras para, de este modo, reducir el riesgo del sector a quedar atrapado por una mala temporada y la presión del detallista de tener un stock ingente. Al mismo tiempo, este movimiento provocaría un sector más ágil y más adaptable a la realidad, incrementando o reduciendo la fabricación de los productos en función de su demanda por parte del consumidor final, que en definitiva, es quien dicta sentencia respecto a si la temporada es buena o no (y si la próxima vez que realicemos una compra será con "alegría" o no). Lamentablemente, el sector aparece inmóvil ante esta circunstancia que no por repetida durante muchos años, parece haber generado el mínimo poso de duda acerca de la viabilidad de las relaciones comerciales del sector. Por el contrario, las soluciones o los caminos investigados por algunos operadores están orientados a abundar en esta práctica, más que a buscar un cambio de estrategia. Así, asistimos a la apertura de Outlets, cuyo objetivo original es vender restos, pero donde cada vez más se venden productos de temporada con importantes descuentos, algo que acaba desprestigiando a aquellos detallistas que trabajan el producto correctamente, obligándoles, además, a reducir los márgenes en temporada, circunstancia grave que está afectando notablemente la rentabilidad de algunos establecimientos. Otro camino investigado es la exclusividad de producto con algunos operadores o en tiendas propias de las marcas, un hecho que está produciendo desorientación en el consumidor final, que no encuentra un producto deportivo con gran campaña de marketing en los establecimientos deportivos, o que no es capaz de encontrar en su tienda de referencia algunos modelos que ha visto, circunstancias estas que, en mi opinión, perjudican al sector. En fin, uno tiene la sensación de que en lugar de caminar hacía el futuro corremos hacia el pasado. CARLOS GRANDE Secretario General de Andad Inmóviles ante el cambio

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