Redacción, Barcelona tiempo estimado de lectura >>> 6 min. El comercio electrónico es, sin duda, una de las formas más modernas de vender artículos deportivos. Con este sistema el cliente sólo tiene que ver en la red la oferta de cualquier tienda o marca -con información escrita, fotos, videos, gráficos, etc.-, seleccionar los artículos que desea adquirir, enviar la orden de pedido y esperar que la compra le llegue. Tan fácil como esto. Un crecimiento lento A pesar de esta sencillez, del potencial que tiene el comercio electrónico y de las grandes perpectivas que muchos auguraban -y siguen augurando-, las cosas no son tan simples como parecen ni avanzan a la velocidad esperada. Sin ir más lejos, un informe elaborado en 2006 por el Ministerio de Ciencia y Tecnología español admitía la lentitud, en su desarrollo, del comercio electrónico. Según el estudio, su crecimiento no es tan rápido como se había previsto en un principio, la confianza en el uso de Internet aún es muy limitada y el volumen de transacciones de comercio electrónico dirigido al usuario es ridículo. Las principales razones que, según los expertos, están frenando el desarrollo de este sistema de venta, son la falta de ofertas y la inseguridad: muchos productos que se ofertan en Internet tienen un precio semejante al que se puede encontrar en cualquier comercio, y este hecho, unido a la falta de seguridad en la forma de efectuar el pago, provoca desconfianza y rechazo en este tipo de compras. Así, no es extraño que el 84% de los internautas confiese no hacer compras a través de la red por desconfianza. Tampoco podemos ignorar que otra de las principales causas por las que el comercio electrónico no tiene el desarrollo esperado es la escasa presencia de los ordenadores personales en los hogares y el reducido acceso a Internet. Desde la Asociación de Usuarios en Internet (AUI), se señala que los factores necesarios para que el comercio electrónico español funcione y crezca son dos. El primero se refiere a los usuarios: España tiene un número de personas conectadas a Internet muy bajo, sobre todo en comparación con paises como Estados Unidos (un 23% frente a un 55%). Y si los posibles consumidores ni siquiera pueden acceder al mercado virtual, jamás comprarán nada. El segundo motivos es el relativo a la oferta: aunque se puede comprar de todo en la red, no existe, como hemos dicho, una oferta importante de productos -en cantidad y precio-, de manera que no se perciben ventajas respecto a la compra tradicional y el efecto inmediato es la pérdida de lo que se llama "compra impulsiva", es decir, la compra de aquellos productos que en principio no eran objeto de compra pero que se han comprado (por el precio). Siguiendo con más cifras, en España el total de internautas alcanza los 7,7 millones. De ellos, sólo un 13,8% se atreve a realizar compras minoristas por internet, según el último estudio de la Asociación, en el que, además, se puede observar que las ventas al por menor en Internet han experimentado un ligero retroceso en el último año, rompiendo una tendencia al alza que presumiblemente debía durar -y acentuarse- muchos años. Asignaturas pendientes La seguridad, tanto desde el punto de vista técnico como desde el punto de vista de percepción de los usuarios, es un aspecto clave para generar en las empresas y en los consumidores la confianza necesaria para que el comercio electrónico se desarrolle. La necesidad de generar confianza, en la que coinciden tanto las asociaciones de la industria como las Administraciones Públicas, es especialmente importante debido a que Internet es una red abierta y a la sensación de inseguridad (quizá a veces excesiva) que esto produce en los usuarios. Así pues, la reticencia de los usuarios a enviar los datos de su tarjeta de crédito a través de Internet para efectuar un pago se menciona frecuentemente como una de las barreras iniciales para el crecimiento del comercio electrónico. Aún así, y aunque esta barrera puede ser todavía importante en España y otros países europeos, en Estados Unidos, donde existe una mayor familiarización con el comercio electrónico (y con la venta a distancia en general), se empieza a observar un cambio en las preocupaciones de los usuarios. Más que de la seguridad del pago, los usuarios empiezan a preocuparse, sobre todo, por problemas como: ¿es el vendedor fiable?, ¿podré devolver el producto si no me gusta?, ¿utilizará mis datos personales para enviarme publicidad que no deseo?, ¿cederá esos datos a otras empresas?, ¿tiene validez un contrato, pedido, factura, etc. hechos electrónicamente? Con este entorno, es obvio que a pesar del gran avance del comercio electrónico en los últimos años, la mayoría de las experiencias comerciales actuales en Internet están todavía lejos del ideal que puede representar el comercio electrónico en el futuro. ¿Por qué apostar entonces por el comercio electrónico? A pesar de los inconvenientes que acabamos de señalar, el comercio electrónico tiene muchas ventajas, las suficientes como para que empresas, comercios y marcas se planteen apostar por este sistema. Los defensores del comercio en la red dicen que es un recurso útil para reforzar o complementar los canales tradicionales de venta que tiene una empresa y que permite entre otras cosas posicionar al "negocio" en un lugar importante dentro del mercado, proyectarlo a nivel local, nacional e internacional, optimizar operaciones, realizar ventas en línea y brindar un mejor servicio a los clientes. Además, es un sistema de venta al que todo el mundo puede acceder: cualquier empresa, comercio o negocio puede vender sus productos o servicios en una tienda virtual porque su coste no es excesivamente elevado ni su venta está limitada a determinados productos, al contrario: la variedad es lo que define este tipo de comercio (actualmente hay pocas cosas que no se vendan por internet, y cualquiera puede conseguir, a través de la red, desde billetes de avión, libros, artículos de primera necesidad u ordenadores, hasta coches). El crecimiento de este tipo de comercio es lento pero constante en su avance, y en algunos sectores -no es el caso del nuestro-, tener una tienda virLa seguridad, tanto desde el punto de vista técnico como desde el punto de vista de percepción de los usuarios, es un aspecto clave para generar en las empresas y en los consumidores la confianza necesaria para que el comercio electrónico se desarrolle [comercio electrónico] Los recelos frenan el potencial del comercio electrónico Cuando la National Science Foundation autorizó el uso comercial de Internet en 1991, se creyó que una de las mayores atracciones que iba a tener el comercio electrónico frente al tradicional era el abaratamiento del producto. La realidad es otra muy distinta ts42
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