opinión La voz del amo Confieso, con resignación, que como periodista (puede que si fuera empresario tuviese otro punto de vista) aún me cuesta comprender las abismales diferencias que, especialmente en este sector, se establecen entre la prensa técnica y la prensa destinada al público final (consumidor), y no sólo a nivel de publicidad -donde más se evidencian estas diferencias- sino también a nivel de consideración o de trato. Desgraciadamente la prensa técnica no tiene, en general, una valoración social suficiente como para que ocupe el lugar que le corresponde y para que sus actores, desde el periodista hasta el lector, pasando por el editor o los colaboradores, puedan desarrollar su función a satisfacción. Como en muchos aspectos de esta vida, en el caso de la prensa técnica, falta conciencia de que ésta no sólo es un objeto o una herramienta, sino un medio imprescindible para la formación, la actualización y el conocimiento del entorno laboral -y no necesariamente del más próximo-. Y es que, aparte de ser una eficaz plataforma de difusión para las empresas, la prensa técnica debería ser una herramienta de formación y un vehículo indispensable para potenciar el dinamismo del sector. Somos, al fin y al cabo, el nexo de unión entre empresas y detallistas, los dos principales pilares del sector, y quien no sea capaz de entender el papel que tenemos, simplemente, estará despreciando a nuestros lectores. No hay que olvidar que antes que el comprador siempre estará el vendedor. El problema es que hay quien se empeña en confundir está vocación de servicio con servilismo. Y esta losa la arrastramos todos. Nuestro compromiso con la información no debe ser un impedimento para que la prensa técnica haga uso de su capacidad crítica y pueda opinar sobre la situación actual del sector o sobre determinados hechos susceptibles de generar controversias. Aunque a más de uno le pese, la prensa técnica también tiene derecho a la expresión de sus propias opiniones, que además suelen aportar una visión mucho menos partidista que la que tienen -y dan- empresas y detallistas. Aun así, parece que ni todos lo han entendido, ni algunos están dispuestos a desempeñar este papel. Lo que nosotros hacemos no es -o no debería ser- ni una expresión del talento individual del periodista ni un producto al servicio de determinadas empresas. La independencia es lo único que garantiza una información verídica, y jugar a ser la voz de las marcas, aunque pueda ser rentable económicamente, es moralmente inaceptable. Sea como sea, lo importante es que se valore en su justa medida el papel que ha jugado y que debe seguir jugando la prensa técnica en el desarrollo del sector. Muchos de los que sí han confiado en nosotros y han entendido cual era nuestro papel, se han dado cuenta de que somos una pieza importante y han sacado rédito a su apuesta. RAUL BERNAT Redactor (raul@gescode.es) firma invitada Comentamos insistentemente que el sector del deporte está en crisis, pero, ¿aparentemente detectáis alguna preocupación por modificar lo que durante tantos años ha ido bien y ahora no? En estos años que hemos estado de moda y ahora que no lo estamos, ¿que ha cambiado?... Nada!!!!. Nuestra exposición, que es la forma estética de exponer el producto y hacerlo sugerente, interesante y deseable es la misma que hace 30 años. Las lamas aportaron en su momento modernidad, organización, facilidad de cambio de producto, aprovechamiento del espacio… pero toda esta racionalidad, hoy no funciona. Si queremos seducir a nuestros clientes tenemos que crear un clima nuevo, debemos sorprender; si no creamos un elemento diferencial en la decoración, ¿vamos a sorprender a nuestro cliente con el producto? Hace 30, 20 o 10 años el producto sorprendía, hoy no. Hoy sorprende lo que se siente respecto al producto, cómo se siente uno con una marca, con qué grupo social se identifica, a quien quiere parecerse y a que estatus quiere pertenecer. Las lamas son el pasado y no pueden mostrar la seducción que precisa un producto que es más moda que funcional. Y si además los operadores de gran formato son y serán del club de las lamas, el comercio que quiera existir debe ser distinto. Y si no se puede, o no se sabe, ser distinto, hay que aparentarlo. Cualquier concepto alternativo a las lamas nos exigirá hacer un esfuerzo de imaginación y seguro que nos llevará a propuestas personales, con las que nos vamos a diferenciar. Nuestro cliente ha nacido con un PC, con una consola, con un móvil, con un montón de horas de televisión y con una educación totalmente distinta a la de hace 10, 20,30 años. Este consumidor está acostumbrado a fijarse en lo espectacular, en el diseño y en lo nuevo. ¿Queremos ser Apple, o IBM? Jordi Planas jordi@prestigebarcelona.com ¡Quemar las lamas!
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