TradeSport 118 - Enero 2005

ts20 (práctica deportiva] Viejos (y enfermos) Aumentar las inversiónes para promocionar la práctica deportiva es vital para nuestro sector y, sobre todo, para intentar “despertar” a una sociedad cada vez más apoltronada y enferma Raul Bernat, Barcelona tiempo estimado de lectura >>> 6 min. Hace apenas un par de meses apareció en un periódico nacional una estadística que señalaba que en Suecia 9 de cada 10 niños de entre 8 y 15 años hacia alguna actividad deportiva fuera del colegio. En nuestro país esta cifra no alcanza ni el 20%, lo que significa, a grandes rasgos, que cuatro de cada cinco niños no hacen absolutamente nada de ejercicio y posiblemente su diversión extraescolar consista en sentarse delante del televisor y jugar a los videojuegos. Esta realidad es bastante preocupante y más allá de los inconvenientes que pueda plantear para nuestro sector (a menos practicantes, menos ventas) supone un importante problema a nivel de salud. Los responsables políticos que deciden las subvenciones parecen estar obsesionados en que el objetivo del deporte es lograr la medalla de oro. Y ése es nuestro gran problema. Para que las cosas fueran mínimamente bien los recursos no deberían, en ningún caso, limitarse al deporte profesional: es necesario que se empiece por la base, porque si no, entre otras cosas, llegará un punto en que no habrá nadie a quien destinar las ayudas. Seguramente sería mucho más lógico que la mayoría de las subvenciones que el gobierno tiene previsto destinar al deporte fueran dirigidas a fomentar la práctica deportiva entre la sociedad que a pagar el entrenamiento de cuatro deportistas de élite. Un entrenamiento que, además, y por mucho que nos quieran vender desde el gobierno y desde algunos medios de comunicación, no está dando los resultados esperados. Diecinueve medallas para un país como España no es, precisamente, un éxito. Pero como para los máximos responsables del deporte en España -los actuales y los anterioresla principal preocupación es sumar medallas para justificar las excesivas e innecesarias inversiones que se han hecho con el plan ADO, quizás la solución pase por convencer al Ministerio de Educación y Ciencia -del que curiosamente depende el CSD- para que aumente las horas de deporte obligatorias en la enseñanza. Puede que sea triste tener que convertir el deporte en una obligación, pero a la larga será beneficioso para todos. Una de las cosas que demuestran la despreocupación absoluta que durante los ocho últimos años de gobierno popular ha habido por la práctica deportiva -y que de momento los socialistas no han solucionado- es el hecho de que paradójicamente -y lamentablemente- son las empresas privadas las que hoy en día están apoyando más al deporte base. Poco importa si lo hacen por intereses, la cuestión es que lo hacen. Por si fuera poco, los principales prescriptores de deporte no son ni marcas deportivas ni deportistas: las marcas ha optado por gastarse sus recursos en patrocinio y esponsorizaciones, mientras que muchos de los deportistas de élite, no parecen muy dispuestos a promocionar el deporte. Y menos gratuitamente. Y aunque pueda parecer extraño, desde nuestro sector debemos estar agradecidos a algunas empresas vinculadas con el mundo de la alimentación y la salud por su preocupación por mostrar al deporte como una necesidad. Seguramente lo harán por interés, y generalmente no están fomentando la actividad física entre los más pequeños sino entre los adultos (un aspecto igual de importante y mucho más complejo), pero al fin y al cabo, también es cierto que el deporte juega un papel importante en sus estrategias porque venden salud y el deporte es una de las mejores medidas de prevención. Al parecer a más de uno le cuesta entender que el deporte es una inversión y no un gasto. Y no sólo eso, sino que además, puede ser una inversión muy rentable, sobre todo si tenemos en cuenta que a la larga, una sociedad en la que el deporte es prioritario, es una sociedad sana, y por lo tanto, el gasto en sanidad (insostenible actualmente) puede reducirse considerablemente. Quizás cuando a los gobernantes se les ocurra materializar la idea de hacer pagar un euro por cada visita al ambulatorio a más de uno le de por empezar a correr... Además, y sin ánimo de banalizar un tema tan importante, también hay que tener en cuenta el papel del deporte como alternativa a conflictos sociales como la droga o la delincuencia juvenil. Es este sentido es fundamental la promoción social del deporte, tanto por su componente más vinculado a la salud, como sobre todo por el papel que tiene como elemento integrador y educacional. Hoy por hoy mucho padres creen que la responsabilidad de la educación de sus hijos recae en las escuelas. Sin entrar a discutir si esto es ético o no, no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que cualquier actividad deportiva aporta una serie de valores muy importantes, sobre todo para los más pequeños (da seguridad, confianza, disciplina, compromiso, enseña a divertirse, a disfrutar de la victoria y a aceptar la derrota, a valorar al rival...). Es, en definitiva, un complemento -seguramente el mejor- a la educación. Y aunque algunas instituciones públicas hayan empezado a moverse conscientes de la importancia del deporte -y un tanto avergonzadas por las pésimas cifras de practicantes-, no basta con promover campeonatos entre institutos -iniciativas que generalmente son locales-, lo que hay que hacer es invertir dinero -y bastante- para mejorar las infraestructuras y para permitir el acceso a todas las actividades deportivas. Y para ello el gobierno central tiene que mejorar sustancialmente las inversiones en promoción del deporte. A pesar de la despreocupación de la administración y de todo lo que acabamos de decir, echar todas las culpas al gobierno no sería justo. Los culpables de la situación actual y quienes tienen la llave del futuro también son los padres. Hemos pasado de un tiempo en que mucho padres mandaban a sus hijos a hacer actividades exrtraesoclares para llenar el tiempo a un momento en que para muchos padres es mejor que el niño esté sentado en el sofá y no moleste; que no se le tenga que ir a buscar al colegio cuando termine el entrenamiento y que no les haga levantar a primera hora del sábado para ir a jugar un partido... Aunque el fomento de la práctica deportiva sea un aspecto clave para el futuro de nuestro sector -y probablemente ése sea el interés que nos mueve, se trata de una cuestión que va mucho más allá y que debe resolverse si no se quiere que España, aparte de un país viejo, sea un país enfermo. Los responsables políticos que deciden las subvenciones parecen estar convencidos de que el objetivo del deporte es lograr la medalla de oro. Y ése es nuestro gran problema.

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