TradeSport 117 - Diciembre 2004

en valor y en volumen, como, por ejemplo, los productos innovadores dirigidos a solucionar los problemas de falta de tiempo. Entre estos productos encontramos los congelados, los cereales, refrescos, refrigerados, etc. Se constata, asimismo, un incremento en valor de todos los productos que se pueden consumir sin estar sentado en una mesa, por ejemplo, delante del televisor o en movimiento: bebidas, snacks y productos de bollería. Otro subsector es el del cuidado del hogar e higiene personal, que experimenta la misma tendencia que el alimentario. Es decir, los precios de los productos que no aportan valor añadido están estancados, y tan sólo los productos innovadores experimentan algún tipo de crecimiento en valor y volumen. Por regla general, en detergentes, suavizantes para ropa, lejías, fregonas... la marca del distribuidor tiene un peso muy importante que hace bajar los precios. Más renta en las mujeres, la posposición de la formación de familias y el trabajo remunerado, muchas veces cara al público, han supuesto el crecimiento de la cosmética de color y fragancias, y la caída de las cremas para cuidado de las manos. El textil es otro sector que no aumenta. El gasto individual del hogar es cada vez menor. La mayoría de los consumidores trasladan el consumo de prendas importantes a las menores y, por tanto, de menor valor unitario. Se consume poco abrigo y poco traje, pero mucho jersey y mucha camiseta. Sectores de alto crecimiento El consumo en telecomunicaciones ha crecido un 144%, frente al 45% de crecimiento general. Por supuesto, la base a la que se aplica es mucho menor que la de alimentación o textil, pero así y todo el crecimiento es muy importante. Eso se produce a consecuencia de dos ejes: la explosión de la telefonía móvil e Internet. Así, en 2003 había 8,4 millones de hogares que en 1990 no tenían móvil y ahora sí; 3 millones con acceso a Internet; 2,5 millones con conexión por módem, y casi 1,5 millón de líneas ADSL. Además, estos últimos diez años han sido muy intensos en lanzamiento de innovaciones tecnológicas relacionadas con pequeños y grandes electrodomésticos: pantallas planas, DVD, grabadores de todo tipo o reproductores en MP3. Todo este tipo de productos empiezan a tener participaciones de mercado y penetraciones destacables en los hogares. Son productos que en el año 1990 no existían y que compiten indudablemente con esos sectores que no crecen, en particular alimentación y textil, de quienes detraen recursos de forma creciente. El gasto en ocio y transporte experimenta cuotas de crecimiento elevadas, 88,7% en el caso del primero y el 51,5% en el del segundo. Este crecimiento tiene mucho que ver con el hecho de que en las familias haya dos personas trabajando. Cuando en un hogar hay dos miembros trabajando, casi inevitablemente hay un automóvil. El crecimiento del gasto en vivienda es, probablemente, uno de los factores que más preocupa a los españoles. Con diez millones de boomers nacidos entre 1960 y 1975, era natural que en el período 19902000 se crearan al menos 1,3 millones de hogares. Es previsible que esta formación de hogares alcance su cenit en el año 2010, cuando los últimos boomers se hayan emancipado, y que entonces inicie su declive. En consecuencia, este 12% más de hogares ha supuesto un incremento notable de los gastos de vivienda, que han llegado a duplicarse entre 1990 y 2000. La compra de viviendas es el preludio de la futura ordenación del gasto. Si bien el endeudamiento de las familias hoy es mucho mayor que hace diez años, el esfuerzo de compra de vivienda es menos de la mitad. Esto se debe al aumento de la tasa de ocupación femenina, al aumento de los salarios y la bajada de los tipos de interés. Los españoles nos quejamos del espectacular crecimiento del precio de la vivienda, pero la realidad es que la familia media paga hoy más por comprar su vivienda que hace tan sólo diez años, pero lo siente menos. En 1990, el esfuerzo de compra de una vivienda, según datos del Banco de España, era del 60% del salario que entraba en un hogar. La media de 244.000 hipotecas que hemos estudiado otorgadas en 2002, es de menos del 30%. Esta presión aumenta a algo menos del 50% si el que asume la compra de vivienda lo hace sólo. Esta métrica se calcula en base al coste de compra de un piso medio, el tipo de interés hipotecario, el salario medio y el número de personas que trabajan fuera de casa en un hogar promedio. A pesar del menor esfuerzo de compra, el gran endeudamiento pone a las familias en una situación de mayor vulnerabilidad. En la mayoría de los casos, la duración de las hipotecas se ha alargado de 20 a 30 años. Por tanto, tiene sentido preocuparse por el desarrollo del gasto a 30 años vista. El comportamiento de los tipos de interés en los próximos años definirá en gran medida la renta disponible que podrá dedicarse a gastos discrecionales y al ahorro para la jubilación. Si los tipos se mantienen bajos, los boomers pagarán fácilmente sus viviendas y, por tanto, otros sectores se verán indirectamente beneficiados, a la vez que será más factible que los boomers consigan ahorrar para apoyar mejor sus pensiones tras su jubilación. Sin embargo, si los tipos aumentan, varios sectores de la economía se resentirán, y cuando los boomers se jubilen, con tasas de dependencia próximas a 1, y con familias más pequeñas en las que es menos probable que los hijos se ocupen de los padres, la situación será muy distinta. TENDENCIAS Polarización de la sociedad. La sociedad española del futuro apunta a sociedades polarizadas desde varias perspectivas: por un lado, una sociedad urbana y de grandes ciudades con sus áreas metropolitanas, y otra que incluye el resto: ciudades pequeñas y entornos rurales. En las primeras estarán los empleos, a los que acudirán los jóvenes, la inflación, la vivienda escasa y cara y los servicios y equipamientos. Los entornos urbanos menores y rurales deberán crear ocupación y bajar el precio de la vivienda si quieren atraerles, y dotarse de equipamientos comparables a los de las grandes metrópolis. Asimismo, iremos hacia otras fuentes de polarización: una población que consume lo que necesita -jubilados, jóvenes independientes, hogares monoparentales y que observan cómo los costes fijos de vivienda, suministros y alimentación representan el 60% de su presupuesto-, y otras que consumen lo que quieren -parejas con hijos y nidos vacíos, donde los costes fijos, vivienda y suministros sólo representan el 40% de sus gastos. Si los tipos de interés siguen estables y bajos, este segmento va a disponer de una mayor renta para gastar en otros rubros. La tercera edad estará también polarizada en dos grupos: los que ahorraron y los que no. Y la mayoría de los que hay en nuestro país hoy son estos últimos. Es decir, no hay que dejarse "enamorar" ts17 Con una capacidad de comercio como la actual, y con 10 millones de consumidores, el "exceso de capacidad" resultante obligará a los proveedores que tienen márgenes más altos, a reducirlos y traspasarlos al consumidor para elevar el consumo, y eso se traduce en precios bajos El consumidor cada vez tendrá menos tiempo, porque tendrá que trabajar más en un sistema con muchas personas dependientes y pocas cotizando. Además, las mujeres asumirán más responsalilidades en las empresas, y esto disminuirá el tiempo en el hogar, por lo que el valor del tiempo aumentará La alimentación es uno de los sectores que menos ha crecido en los últimos años

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