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32 tecnogarden TRIBUNA ¿Cómo van a sobrar regadíos si son nuestra mesa? Artículo de opinión sobre el regadío, del presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, con motivo del Día Mundial de la Agricultura, el pasado 9 de septiembre. No puedo estar más de acuerdo con Baldomero Segura, pres idente del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Agrónomos, cuando dice que “preguntarnos si nos podemos permitir los regadíos que tenemos es como preguntarnos si sobramos personas”. En efecto, el regadío “no es un capricho” ya que su función es, en última instancia, garantizar “nuestra mesa”. Por ello, antes de plantearse reducir la superficie de regadíos en España, lo que deberían hacer nuestros pol íticos es analizar objetivamente todas las actuaciones que, con la tecnología actual, pueden aplicar para almacenar, distribuir y emplear de manera eficiente la máxima cantidad de agua. Me refiero a desarrollar una red de distribución de los recursos hídricos, que no es otra cosa que trasvasar, de donde hay a donde falta, del mismo modo que se hace con el gas, la electricidad o cualquier recurso de interés para la sociedad. Me refiero a recipientes que permitirían aumentar el almacenamiento de agua cuando llueve para aquellos momentos en los que escasea: pantanos, balsas de riego, miniembalses cerca de la costa, incluso infraestructuras para integrar las aguas de las tormentas en la recarga de los acuíferos y para incorporar las aguas regeneradas de las depuradoras de las ciudades. Me refiero a incorporar a la gestión hidráulica nuevas tecnologías como sensores, big data, inteligencia artificial, etc. Porque, como sabemos los agricultores que hemos padecido más de una sequía, “quien no guarda cuando tiene, no come cuando quiere”. Parece que esos políticos de despacho cerrado y aire acondicionado que no pisan tierra no lo tienen tan claro. Sugieren renunciar a nuestros regadíos, pero al mismo tiempo no desean que las neveras se vacíen ni que haya menos disponibilidad de alimentos. Entonces, realmente lo que están defendiendo es comprar los alimentos de fuera a países terceros lejanos. Y eso –obviando la pérdida de soberanía alimentaria, la generación de riqueza en toda la cadena alimentaria o la fijación de población en el medio rural– si lo vemos desde un punto de vista medioambiental, viene a decir que no quieren menos contaminación, sino que la quieren exportar a otros continentes: primero produciendo alimentos de manera más contaminante que los nuestros que están sujetos a los estándares europeos y, luego, transportándolos desde miles de kilómetros, y no precisamente con el catamarán de Greta. Sus filosofías baratas no están justificadas ni económica, ni social ni ambientalmente. Pero es que, además, esos políticos demuestran ser unos vagos porque, en lugar de buscar soluciones y trabajar en su aplicación, que es por lo que cobran, no están dispuestos a esforzarse y optan por lo más sencillo: prohibir y recortar regadíos. ¡Pero qué absurdo es apostar por el secano! En pleno siglo XXI, con una revolución digital que abre múltiples posibilidades, pretenden dejar a los agricultores sin saber si al final de la campaña la Cristóbal Aguado, presidente de AVA-ASAJA.

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