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tecnogarden 49 Complejos (GISC) de la Universidad Carlos III de Madrid. Tolerancia al cambio climático Los datos obtenidos en el estudio han servido para el desarrollo de un modelo matemático que relaciona los niveles activos de factores celulares regulados por la luz y la temperatura con el crecimiento del tallo embrionario (el hipocótilo). “Las especies cultivadas muestran una variabilidad genética muy reducida en cuanto a su capacidad de adaptación a temperaturas ambientes elevadas, que disminuyen su producción. Aquí mostramos que formas más activas de COP1 mejoran la tolerancia al cambio climático de los cultivos que requieren días largos”, indica Salomé Prat, antigua investigadora del CNB-CSIC. Matemáticas para los cultivos de verano Las plantas adaptan su desarrollo y morfología a las condiciones ambientales que las rodean, fundamentalmente, la duración del día y la temperatura ambiente. Estos dos factores afectan de manera directa al rendimiento de los cultivos, de ahí el interés de la comunidad científica en su estudio. Al detectar un aumento de la temperatura, la primera respuesta de la planta es la elongación del hipocótilo, para facilitar el enfriamiento de las hojas y minimizar el daño producido por el calor. “Utilizando varias líneas mutantes de Arabidopsis en diversas condiciones de luz y temperatura, pudimos ajustar los parámetros de las ecuaciones con los datos experimentales de longitud del hipocótilo y una de las predicciones más interesantes del modelo es la que destaca que la máxima actividad de COP1 tiene lugar durante el día y a temperaturas elevadas”, explica Saúl Ares, del CNB-CSIC. La verdadera función de COP1 La temperatura promueve el crecimiento de las plantas y la luz lo inhibe. En verano, cuando los días son largos y más cálidos, las plantas reciben información contradictoria y tienen que decidir a qué señal hacer caso. “Hasta el momento, COP1 había sido descrito como un factor fundamental para regular el crecimiento en oscuridad, por lo que esta predicción resultaba insólita” señala Cristina Nieto, primera autora del trabajo e investigadora del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIACSIC). “Decidimos simular el crecimiento del hipocótilo para un rango de valores de actividad de COP1 y comprobamos experimentalmente las predicciones del hipocótilo, para facilitar el enfriamiento de las hojas y minimizar el daño producido por el calor obtenidas con mutantes donde la proteína no funcionaba bien o con plantas que acumulaban un exceso de la proteína. Gracias a este estudio, ahora sabemos que es clave para regular la respuesta a temperatura en días largos, es decir, en verano”, concluye Nieto. O Texto y fotos: Agencia SINC. Las plantas adaptan su desarrollo y morfología a las condiciones ambientales que las rodean / Alberto Salguero. © Foto de S N Pattenden en Unsplash.

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