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tecnogarden 43 suelo, mejorar la salud o albergar hábitats para otros habitantes, como las aves, ardillas o insectos son algunas de estas prestaciones del árbol. Y cuando reducimos la copa estos servicios también merman”, ha asegurado Gabriel Dorado, director del Máster en Jardines Históricos y Servicios Ecosistémicos de la Infraestructura Verde de la UPM. Además, debemos ser especialmente cuidadosos a la hora de realizar estas intervenciones porque pueden resultar un vector de enfermedades, plagas y pudriciones para los árboles. En este sentido, Carrizo ha apuntado que “podar en momentos no aptos puede generar diferentes yemas de crecimiento florales. Del mismo modo, unos trabajos muy agresivos en un árbol ornamental terminan generando muchas heridas en esas estructuras, donde se pueden instalar hongos o enfermedades que la degradan”. Los expertos han señalado que en principio los árboles no tienen por qué podarse. “Estos tienen la capacidad biomecánica suficiente para poder adaptar sus estructuras al entorno en el que se encuentran, de tal modo que todas esas ramas no se rompan”, ha manifestado vocal de la junta de la AEA. Por su parte, Dorado ha aclarado que “cuando se podan es por alguna necesidad de los humanos. Y estas pueden ser muy variadas: la necesidad de obtener leña, de producir más fruto, por problemas con el medio urbano, para evitar la propagación del fuego, por requerimientos paisajistas o para alimentar al ganado, entre otras. Aquí, sí vemos diferentes podas que se entienden beneficiosas para la función que van a cumplir”. Tipos de poda Cuando se afrontan estos trabajos existen diferentes tipos de poda en función de las necesidades específicas del árbol. La más recurrente es la poda de formación, que acompaña a al árbol durante su desarrollo y planifica su arquitectura. Estas cobran especial importancia en los entornos urbanos, donde es imprescindible determinar la estructura de un árbol. “A la hora de abordar estos trabajos, tienes que entender que toda la copa de un árbol joven (copa temporal), dentro de 40 o 50 años no va a estar aquí. Por lo que debemos intentar acompañar con ese tipo de podas la formación de todas estas estructuras”, ha destacado Carrizo. La poda de mantenimiento es otra práctica habitualmente destinada a acompañar el estado vegetativo del árbol. El vocal de la junta de la AEA ha recordado que “antiguamente, cuando se podaban los árboles se hacía una poda de limpieza y retirada de ramas secas. Pero, poco a poco se han ido realizando diferentes estudios que han determinado como estas ramas contribuyen a la salud del árbol. Y, por ello, todas estas prácticas se están volviendo más respetuosas con su desarrollo natural”. En la actualidad, la tendencia es dejar los árboles en “porte natural” para que estos se desarrollen de forma más sana. Tratamientos muy agresivos como aclareos, terciados o reducciones de copa cada vez son menos habituales. “Este tipo de intervención solamente se realizan cuando tenemos un problema real, o sea cuando existe un defecto en una zona del árbol parcial o total, en el que, por la altura del árbol, la dimensión, el volumen de copa, la posición y empuje del viento, no es viable mantenerlo con esa superficie”, ha aclarado Javier Carrizo. “La tendencia es a mantener el porte natural de los árboles”. Nuevo estándar europeo de poda En esta misma línea, el nuevo estándar europeo de podas recoge las técnicas, procedimientos y requisitos comunes relacionados con la poda con el objetivo de gestionar la seguridad pública y preservar la salud de los árboles. Elaborado en colaboración con la EAC (European Arboriculture Council) y financiado por el programa Erasmus de la UE, el estándar presenta prácticas fundamentales empleadas en todos los países de la Unión. Dorado ha destacado que “es un estándar muy bueno para aplicarlo cuando sea necesario.

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