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tecnogarden 39 si el depósito tiene un grifo en la base y se asienta sobre un soporte, de modo que la regadera se apoye en el suelo bajo el grifo. Los soportes pueden estar ya hechos o improvisarse ladrillos u otro material resistente, pero es importante que la base sea firme y esté nivelada por si se cae, y que se utilice la tapa suministrada para evitar que la fauna se caiga dentro, prevenir el crecimiento de algas y disuadir a los mosquitos. Los recipientes más caros, moldeados para que parezcan colmenas o urnas de terracota, son una opción atractiva, al igual que los barriles de madera reciclados. También hay modelos más finos para espacios estrechos. Las aguas residuales domésticas también pueden utilizarse en el jardín. Pueden proceder de la cocina, la lavadora o las bañeras, lavabos y duchas. No así las denominadas aguas negras, que proceden de los inodoros. Estas siempre deben enviarse al sistema de alcantarillado o pozos negros, y nunca deben utilizarse en el jardín. Tampoco se debe utilizar el agua de las fosas sépticas. Las aguas residuales domésticas deben utilizarse tal y como se producen y evitar su almacenamiento. Los jabones y detergentes domésticos son inofensivos para las plantas, pero no se debe utilizar agua que contenga lejías, desinfectantes, sal para lavavajillas y productos de limpieza más fuertes, ya que pueden dañar las plantas e incluso la estructura del suelo si se utilizan a largo plazo en él. En cuanto a los recipientes utilizados para las aguas, independientemente de su procedencia, es recomendable alternarlos, para evitar la acumulación de residuos y bacterias potencialmente perjudiciales. También es sensato evitar el uso de aguas residuales domésticos en lechugas u hortalizas que sean susceptibles de ser comidas sin ser cocinadas primero, y mucho menos sin ser lavadas. Por otro lado, no es recomendable el uso de aguas residuales domésticas de forma continuada, pues puede formar sedimentos y perjudicar el suelo o las propias plantas. Estas sustancias se drenarán del suelo cuando haya una lluvia o si se alterna el riego con agua de lluvia almacenada. Volviendo al agua de lluvia, esta no siempre estará perfectamente limpia. Por ejemplo, en aquellas zonas donde suela haber polvo en suspensión, como Canarias, el agua de lluvia puede arrastrar todas las impurezas del aire. Por tanto, lo más recomendable es que si la almacenamos, dicho depósito esté en zonas fría y a la sombra, reduciendo así la proliferación de bacterias. Las canalizaciones de recogida deben estar libres de residuos. Además, debe regarse utilizando una regadera o una manguera de pulverización gruesa; una pulverización fina generará finas partículas de aerosol que pueden ser transportadas por el viento y respiradas por las personas y causar infecciones. El uso de una bomba para trasvasar el agua favorece la formación de aerosoles, que es mejor evitar. Utilice el agua con frecuencia, ya que reponer el agua con agua de lluvia recién recogida ayuda a diluir el agua almacenada y a mantener el agua limpia. Si el agua se vuelve maloliente, puedes utilizarla en una regadera. Es posible que se acumulen residuos en el fondo de la colilla. Vaciarlo y limpiarlo, y comprobar si hay que limpiar los canalones, es una solución mejor que utilizar aditivos químicos, ya que éstos se pierden una vez que se utiliza el agua, pero la causa del problema sigue estando ahí. Si utilizas mangueras para cualquier fuente de agua, desconéctalas cuando no las utilices para que el agua se drene y se reduzca el riesgo de que el agua se caliente al sol, lo que favorece la proliferación de bacterias en el interior de la propia manguera. Estos consejos no solo te ayudarán a conservar la salud de tu huerto o jardín, sino el mantenimiento de los materiales que utilizas para el riego. O

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