24 tecnogarden ARTÍCULO su homólogo sin alterar: forma de repollo, peciolos cortos y curvados, y síntomas de senescencia acelerados, con un amarilleo prematuro y pronta muerte tras la formación de frutos. Además de que su producción total de compuestos relacionados con las feromonas tampoco era para tirar cohetes, debido sobre todo a que la emisión está relacionada con la biomasa de la planta, y recordemos que tanto las líneas anteriores como esta son, en distinto grado, plantas enanas. Según sus cálculos, con esta última línea, para romper el apareamiento de los lepidópteros de una hectárea, se necesitarían entre mil y veinticinco mil kilogramos de tabaco, una cantidad desproporcionada. Cuestión de ovarios Aunque lo parezca, esto no es un fracaso. La ciencia avanza despacio y este trabajo de momento dice: es posible. Difícil optimizar, sí, pero se pueden conseguir plantas que producen feromonas de insectos. ¿Cuál es entonces el margen de mejora? Sabemos que cuanta más biomasa (cuanto más grande es la planta), más feromonas se emiten; que se emite más cuanta más feromona se produzca; que cuanta más feromona se produzca, hay menos biomasa (más pequeña la planta); que cuanto más queso, menos queso. ¿Cómo entonces romper la paradoja del Gruyere? En teoría, desacoplando producción de feromonas con crecimiento. Y esto sería posible, aunque difícil, si se expresan los genes de síntesis de feromonas bajo el control inducible de un producto que además ha de ser ecofriendly. Y esto es difícil porque la tecnología de inducción de genes “a la carta” existe, pero normalmente los productos que funcionan no son demasiado “amables”. El ejemplo clásico, de hecho, es la inducibilidad por estradiol, esa hormona que se produce en los óvulos y regula el ciclo menstrual y el desarrollo sexual. Y tampoco es cuestión de tener a los insectos y a los agricultores locos... Gerardo Carrera Crédito: New Line Cinema.
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