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tecnogarden 23 a tener que ser racional y, sobre todo, empática. No podemos seguir tratando la vegetación como una cosa que se quita y se pone. No basta con plantar. Además, hay que valorar y cuidar. Hay que invertir tiempo, dinero, conocimiento y cariño en todas las cosas vivas y pequeñas, y especialmente en las no tan pequeñas como los árboles. Hace falta seguimiento, sensibilidad y constancia. Necesitamos una nueva cultura del verde urbano que pase por reconocer la función de sus gestores, los jefes de servicio y directores que llevan años luchando para sostener una infraestructura esencial en un contexto profesional frágil, poco valorado y menos reconocido. El compromiso con la vegetación ha de ser a largo plazo: hay que plantar, sí, pero más aún hay que cultivar. ¿En qué estado se encuentran nuestros parque y jardines y cómo han evolucionado con respecto a la primera edición del Congreso Parjap? Parjap cumple 50 años en 2022, así que ha cambiado casi todo, especialmente la extensión del verde urbano y sus tipologías. Ya no se puede hablar solo de parques y jardines, ahora existen espacios verdes híbridos que antes no se concebían. El estado general de los parques y jardines ha evolucionado a mejor en muchos casos, pero siguiendo una lógica de eficiencia, que ha contribuido a homogeneizarlos hasta el punto que se puede hablar de cierta pérdida de patrimonio botánico y carácter local. El urbanismo de los últimos cincuenta años, excesivamente orientado al formalismo arquitectónico, que ha dejado de lado el contexto cultural y climático ibérico, tanto como el conocimiento de su horticultura, no ha contribuido tampoco a la producción y conservación de parques y jardines realmente verdes, ni a su valorización como fenómeno cultural. En cierto modo, estamos en un momento de crisis: necesitamos recuperar la conversación entre urbanismo y horticultura. El verde tiene que ser un elemento de diseño realmente pluridisciplinar, no solo algo que se pone de relleno. ¿Cómo está afectando la crisis económica producida por la COVID-19 —a la economía en general y a los consistorios en particular— de cara a la conservación de espacios verdes? De manera especialmente brutal, no se puede decir otra cosa. Muchas entidades locales tienen cero euros para destinar a sus espacios verdes. De algunas se puede decir que tienen menos de cero. Estamos hablando de un país donde los espacios verdes vienen costando al ciudadano urbano unos 40 euros por persona y año de media y donde recoger colillas cuesta entre 12 y 22 euros. Realmente estamos en una situación crítica, aunque hay que decir que algunos ayuntamientos están apostando por incrementar sus presupuestos para ponerse al día con su déficit histórico con el sector. Creo que algunas entidades comienzan a ver la conservación de los espacios verdes como un tema prioritario. Hasta que el gasto mínimo por metro cuadrado de verde urbano no supere ampliamente las medias anuales históricas en inversión en medios profesionales y de gestión, no se podrá decir que hemos salido de la crisis de la COVID-19, porque significará que no hemos entendido nada de lo sucedido. ¿En qué medida podría afectar esta crisis económica a la proyección de nuevos espacios verdes en las ciudades españolas? Algunas ciudades van a tener que ampliar y mejorar el acceso y conectividad de sus espacios, precisamente por esta crisis. Pero eso va a ser lo de menos, porque el dinero para invertir en nuevos proyectos siempre parece estar disponible, más tarde o más temprano. Donde hay que apostar es por la mejora y la conservación, y por la generación de una economía de escala local, no deslocalizable, que retenga conocimiento, población y actividad económica en la proximidad. Eso no se puede hacer sin alterar profundamente algunos de nuestros conceptos. El gasto en espacios verdes no es tal: es inversión en un modelo de ciudad que gira en torno al bienestar y la salud. No existe ninguna otra opción o modelo viable. Todo lo que no sea plaqntar y conservar nuestro patrimonio verde —invirtiendo en esto como si fuera la industria automovilística— va a ser lanzar el dinero al aire, y a ver dónde va. ¿Cómo califica la conservación de parques y jardines en España? Profundamente mejorable, pero heroica. Lo digo desde el respeto por las personas que se dedican a esto, cuando podrían ganarse mucho mejor la vida gestionando la recogida de residuos, y sin embargo deciden permanecer en un sector invisible, criticado y maltratado casi de manera unánime por todo lo que sale mal, pero que no recibe ni un triste reconocimiento por todo lo que sale bien. Es como si para tener parques y jardines no hubiera que hacer nada. Sin jardineros, conservadores y consciencia ciudadana, no hay verde urbano que valga. Es un trabajo colectivo.  “Este es un sector invisible, criticado y maltratado, casi de manera unánime por todo lo que sale mal, pero que no recibe ni un triste reconocimiento por todo lo que sale bien”

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