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tecnogarden 33 Lamarckismo evolutivo Hasta el siglo XIX la creencia generalizada era que Dios había creado a todas las especies de una vez por todas, y que estas se mantenían fijas, inmutables, en el tiempo. Los fósiles de especies extintas representaban o bien grandes catástrofes que habían eliminado una porción de esos seres vivos existentes desde la Creación, o bien formas naturales grotescas y aleatorias o puestas por Dios para poner a prueba la fe del hombre. En 1809, Jean-Baptiste Lamarck introdujo la primera teoría científica de la evolución. Según él, los seres vivos se transformaban gradualmente a través de una fuerza vital evolutiva promovida por la necesidad. Una necesidad creaba un hábito, el hábito producía modificaciones, y esas modificaciones eran fijadas por la naturaleza en un tiempo suficiente. Los seres vivos se adaptarían al ambiente a través de sus propios intentos, a través de su “voluntad” consciente o inconsciente. El ejemplo clásico de lamarckismo es el del animal que se esfuerza en alcanzar las ramas más altas de los árboles en un nuevo paisaje, alargando cada vez más su cuello. O el de los peces ciegos que dejaron de usar sus ojos por su poca utilidad en profundidades abisales. Lamarck creía en la evolución de los órganos por uso y desuso ante las dificultades que le ponía el cambiante medio. Charles Darwin acepta el lamarckismo, la herencia de los caracteres adquiridos, como mecanismo evolutivo, pero propone en 1858 la famosa selección natural. Según esta teoría dentro de una población en la que existe variabilidad heredable, las condiciones ambientales favorecerán o dificultarán la perpetuación de diferentes características en función de su adaptación. Es decir, los cuellos largos se seleccionan sexualmente entre varios tipos de cuello por su idoneidad con el medio (una mejor alimentación y por tanto mayor reproducción), y no porque los ascendientes se esforzaran en estirarse. Lo único que no le cuadraba a Darwin era la fuente de variabilidad y su herencia. No se había descubierto la genética y la idea del hábito lamarckiano como fuente de evolución era mucho más fácil de creer que la de variaciones aleatorias heredables. De hecho, Darwin era tan coherente con la ciencia de su momento que, como se ha dicho antes, era lamarckista, y él mismo dio al lamarckismo una teoría de la herencia, la pangénesis, según la cual la herencia y la fuente de variabilidad se encontraba en unas moléculas, llamadas gémulas, exudadas por los diferentes órganos y que se acumulaban en los genitales. Darwin propuso que Ilustración del frontispicio de la Lithographia (1740) de Johann Beringer. Beringer estaba convencido de que los fósiles eran pruebas de fe puestas por Dios. Unos colegas enterraron fósiles falsos con dibujos infantiles o caracteres hebreos a modo de broma. El científico alemán publicó sus resultados antes de enterarse. Crédito: Smithsonian Libraries.

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