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tecnogarden 23 la pandemia. Confío en que sí, no ya por un tema egoísta, sino porque esta conciencia de la importancia del verde en lo cercano, espero que se traslade a la exigencia de un mayor compromiso público hacia las dotaciones de parques y jardines y a la mejora del tratamiento urbanístico de nuestras calles, donde el árbol y los espacios verdes, se exijan con mayor determinación. En negativo, porque los parques públicos, como lugares de expansión de la ciudadanía, los pulmones de las ciudades se cerraron en lugar de potenciarse su uso durante el confinamiento. ¿Cómo no se consideraron servicios esenciales a los jardineros?, ¿Cómo se pudo permitir el “teletrabajo” a los jardineros públicos?, un oficio necesariamente manual, permitiéndose durante varios meses que los jardines y parques más emblemáticos quedaran sin conservación. Si se quería reivindicar el paso a la conservación privada de éstos, lo consiguieron, porque las contratas de jardinería si que siguieron haciendo su trabajo tras las primeras semanas, pero no así en muchos de los parques públicos de este país. Y ahora compruebo decepcionado que la mayoría de las soluciones que se proponen con los fondos europeos, que teóricamente están destinados a mejorar las condiciones climáticas del planeta, se vuelven a gastar en lo de siempre, cuando las opciones más baratas, las más efectivas, para el clima y los ciudadanos, las que tienen que ver con la naturalización y el paisajismo, quedan como apéndices meramente formales en lugar de ser la base estructural de las inversiones en estos momentos. De pronto hay personas que quieren abandonar las ciudades y vivir en el campo, en los pueblos. ¿Abandonar las grandes ciudades es la solución? No creo. Tenemos la suerte de vivir en un país, donde no hemos colonizado todo el territorio. Aun poseemos grandes extensiones, mejor o peor conservadas naturales o antropizadas, pero donde el espacio natural predomina. Si comparamos un viaje por España o Inglaterra, vemos que la ocupación del territorio aquí, concentrada en ciudades y pueblos, es mucho menos agresiva. La solución no es abandonar la ciudad sino renaturalizarlas. Los pueblos no necesitan jardines, los jardines están intramuros, en los patios, porque el campo está a dos pasos, pero el crecimiento de las ciudades, obliga a dotarlas de esos retazos de naturaleza que son los jardines, de calles arboladas, de muros reverdecidos. En las grandes ciudades, la mayoría de desplazamientos en coche y su consiguiente contaminación y atascos, son para escapar de lo urbano y árido. Las segundas residencias son consecuencia de la necesidad de espacios de esparcimiento más cercanos a la naturaleza. Si consiguiéramos que todas las ciudades se dotaran de espacios verdes de calidad en ellas, esa necesidad se reduciría enormemente. Hoy en día tenemos más claras las consecuencias de un crecimiento desmesurado de las ciudades y eso sí que tiene corregirse en los planes generales. Sevilla, sin ir más lejos, ha destruido prácticamente toda su tierra fértil para construir, en Granada ha habido intentos y aún no han terminado de intentar acabar con su vega o vemos que se proponen urbanizaciones en las zonas costeras mejor conservadas paisajísticamente, cuando podría hacerse en entornos cercanos, preservando y disfrutando a un paso de esos enclaves naturales, en lugar de destruirlos. Las administraciones deben proteger esos espacios, comprándolos como dotación en lugar de usarlos como lugares de especulación, porque cada vez es mayor el valor de lo natural y su atracción irá creciendo. José Elías dijo que para que haya buenos jardines hacen falta buenos jardineros. ¿Qué pasa con la formación? Pepe, como buen maestro. habla con fundamento. Sin profesionales es imposible mantener buenos jardines y la base de la profesionalidad es la formación. Es necesario, al menos en las ciudades con jardines históricos, que los ayuntamientos cuenten con escuelas municipales de jardinería que nutran sus plantillas y garanticen una calidad en la conservación de los recintos públicos. El modelo de la Escuela de Jardinería y Paisaje Rubió i Tudirí de Barcelona, que desde los años 30 formó a jardineros para todo el país, debería recuperarse en toda España. Como decía Alberto García Camarasa, no es lo mismo conservación que mantenimiento, esa diferencia entre ambas palabras está en el plus de calidad, en diferenciar la excelencia de la supervivencia y para ello es necesario contar con profesionales cualificados, es la diferencia entre tener parterres floridos o césped artificial. Vamos al mínimo mantenimiento en las ciudades y sus consecuencias las vemos a diario. Si queremos que los espacios verdes no sean solo lugares donde crecen plantas, sino que sean lugares de encuentro, de querencia ciudadana, debemos ofrecer en las ciudades lugares de esparcimiento con calidad, no m2 contables para la estadística y eso solo se consigue con personas formadas en la técnica y el amor a esta profesión de jardinero.  La jardinería es un arte de domesticación, no de destrucción o amputación de la naturaleza, aunque muchos la entiendan así

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