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ARTÍCULO 44 tecnogarden porte y el almacenamiento. La empresa americana Simplot decidió utilizar la misma técnica de silenciamiento para evitar este proceso, pero en su caso decidieron disminuir la cantidad de asparagina y de azúcares reductores que son dianas del proceso de oxidación como los compuestos fenólicos en las manzanas. En este caso, sin embargo, la patata resultante, que denominaron patata Innate o innata, consigue un doble objetivo que va mucho más allá del simple valor estético y comercial. Y es que la asparagina y los azúcares reductores forman –lo cual ocurre también en el café o en el trigo– en el proceso de cocinado a altas temperaturas un producto químico que poco a poco suena en los hogares como compuesto a evitar. Esta es la ya famosa acrilamida, clasificada por las agencias de alimentación europea y americana como probablemente carcinógeno —segundo nivel más alto de evidencia de que el producto causa cáncer—. Así, en el proceso de evitar el pardeamiento, Simplot desarrolló una patata que produce de un 50 a un 80% menos de acrilamida al cocinarse —en su segunda generación han conseguido disminuirla más de un 90%— y que se vende en los supermercados estadounidenses envasada como patata White Russet. Oh, Susanna El mundo entero se rio en 2013 de un grupo de investigadores japoneses tras ganar el Ig Nobel de química. Para establecer un contexto, los Ig Nobel, juego de palabras que remite a ignoble o innoble, son los Razzies de la ciencia, un premio a la investigación más sorprendente, ridícula o insólita en cada categoría. Merece la pena recopilar los premios otorgados en 2013. En medicina, se otorgó el premio a una evaluación acerca de los efectos de escuchar ópera en ratones que han recibido un trasplante de corazón; en psicología, a un trabajo que confirma experimentalmente que la gente que cree estar ebria también cree que es atractiva; en biología y astronomía, al descubrimiento de que cuando los escarabajos peloteros se pierden pueden encontrar su camino utilizando la Vía Láctea; en ingeniería de la seguridad, a la patente de una escotilla para aviones que hace caer a posibles secuestradores en una cápsula especial con paracaídas que es expulsada del avión; en física, al trabajo que describe que algunas personas están físicamente capacitadas para correr sobre la superficie de un estanque en la Luna; en probabilidad, al descubrimiento de que cuanto más tiempo esté una vaca tumbada, más probabilidades tiene de levantarse pronto, y de que una vez esta se ha levantado, no se puede predecir fácilmente cuando va a volver a tumbarse; en salud pública, a las técnicas médicas no recomendadas para personas a las que se les ha amputado el pene o cuyo pene ha sido parcialmente comidas por un pato; y en paz, a la policía y al presidente bielorrusos Lukashenko, por prohibir aplaudir y arrestar bajo ese cargo a un hombre manco. Y como decíamos, en química se otorgó el premio a dicho grupo de investigadores japoneses por descubrir que el proceso químico por el cual se forma el factor lacrimógeno de las cebollas –compuesto de defensa azufrado y volátil responsable del estímulo de producción de lágrimas por la formación de ácido sulfúrico en el ojo– es distinto a lo que se pensaba por aquel entonces y proponer la futura producción de cebollas que no hagan llorar mediante la manipulación de este proceso. La máxima de los Ig Nobel es la de premiar investigaciones que “primero hacen reír a la gente, y luego la hacen pensar”, y hay casos en los que una investigación premiada ha resultado después más importante de lo que se hubiera esperado. Por ejemplo, Bart Knols ganó en 2006 el Ig Nobel por demostrar que los quesos con olor a pies atraen a los mosquitos de la malaria —que sienten una preferencia por picar en los tobillos y los pies—. Y durante un tiempo se utilizaron estos quesos como trampas adicionales para combatir la malari a—desde 2010 se utilizan cócteles de compuesAunque parece que llevan años, ambas patatas llevan 30 minutos cortadas. Crédito: Simplot.

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