OPINIÓN 32 La educación coge un nuevo rumbo: más pensamiento crítico y menos memorización En los últimos años, el sector educativo ha sido puesto en el centro del debate debido a una clara y alarmante bajada en el nivel de preparación de los estudiantes. Año tras año, los jóvenes llegan a la universidad con menos conocimientos y habilidades, un fenómeno que quedó evidenciado en los últimos resultados del informe PISA, el estudio internacional que evalúa el nivel educativo. En dicho informe, España registró su peor resultado hasta la fecha, lo que ha generado dudas sobre la efectividad de nuestro sistema educativo. Antonio Barbeito, CEO y fundador de mundoestudiante y presidente de ASCADE En respuesta a esta situación, se ha propuesto una reforma integral de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU). Esta evaluación no solo determina el acceso a la educación superior, sino que también refleja la calidad de la enseñanza recibida durante la etapa de Bachillerato. La reforma busca actualizar y mejorar este sistema de evaluación, haciéndolo más equitativo y alineado con las necesidades del siglo XXI. A través de cambios significativos en la corrección, diseño de exámenes y características de evaluación, se pretende garantizar que los estudiantes adquieran las competencias necesarias para enfrentar los desafíos académicos y profesionales que les esperan. Los modelos que ya han sido presentados responden a una PAU de transición para los cursos 2024-2025 y 2025-2026. Uno de los cambios que introduce este nuevo modelo es la implementación de criterios comunes de corrección entre todas las comunidades autónomas. Esta medida tiene como objetivo garantizar una evaluación más equitativa y justa para todos los estudiantes, independientemente de la región en la que se presenten al examen. Hasta ahora, existían discrepancias en la forma en que se corregían los exámenes en distintas partes del país, lo que podía generar diferencias significativas en las notas de acceso a la universidad. Estas desigualdades no solo afectaban a la percepción de justicia entre los estudiantes, sino que también influían en las decisiones de admisión a las universidades, perjudicando a quienes se encontraban en territorios con criterios más estrictos. Uno de los aspectos más controvertidos del nuevo modelo de evaluación es la penalización de hasta un 10% en la nota final por faltas de ortografía, así como la importancia que se otorga a la presentación de los exámenes. Esta medida ha generado debate sobre si es justa o excesiva, especialmente cuando se trata de una evaluación académica y no de un examen puramente ortográfico. Por un lado, es indudable que la coherencia, la claridad en la redacción y la correcta presentación son elementos clave para una buena comunicación de los conocimientos y tienen que ser valorados en los estudiantes que pretenden entrar en la Universidad. Al fin y al cabo, en muchos ámbitos profesionales y académicos, la capacidad de expresar ideas de manera precisa y adecuada es fundamental. Sin embargo, la penalización tan drástica por errores ortográficos podría ser vista como una medida demasiado estricta, especialmente cuando se trata de exámenes donde el contenido y el análisis de los temas deberían tener mayor peso que la perfección gramatical.
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