Agri 283 / DOSSIER 39 25-29 FEBRERO/FEBRUARY ZARAGOZA - ESPAÑA/SPAIN FIMA2020 Foto 9. Javier Fuertes, ingeniero Agrónomo responsable del Servicio Agronómico de KWS Semillas Ibérica, habló sobre los avances en la selección de variedades para conseguir un cultivo sostenible y apostó por su futuro. miden la resistividad del suelo a 35-50 centímetros y a 80-100 centímetros de profundidad. Con los datos obtenidos, entre ellos Ph, conductividad y materia orgánica, se ha visto que hay hasta siete u ocho tipos de suelo, incluso en una misma parcela puede haber tres o cuatro tipos diferentes. Tejerina también comentó que hacen mapas de nutrientes del suelo ya que, metiendo la información en una abonadora de dosis variables, han comprobado que se puede ahorrar hasta el 50% de fertilizante en algunas parcelas. Asimismo, el técnico informó sobre los datos, más o menos precisos, que se obtienen de los diversos satélites disponibles, como Landsat, Sentinel o Pleiades. Se pueden obtener imágenes que informan sobre el Índice NDVI (de desarrollo de la vegetación), sobre el Índice de Evapotranspiración, el contenido de materia orgánica, el contenido de agua útil, la velocidad de infiltración, el potencial productivo, etc, que se pueden utilizar para optimizar el riego o las aplicaciones fertilizantes y fitosanitarias. Para concluir, añadió que se hacen monitorización de las parcelas con drones y mapas de cosecha para acotar las zonas de más o menos producción y cruzarlas con los datos de suelo para, en la siguiente campaña, aplicarlos en la siembra y en la aplicación de insumos. Con todo ello, Álvaro Tejerina, aparte de un importante ahorro en el cultivo, se puede ahorrar hasta un 21% en los costes de la energía empleada en el riego. Los objetivos de estos mapeos de las parcelas son múltiples: Caracterización de las fincas exhaustivo y georreferenciado. Posibilidad de implementar métodos de siembra, abonado, uso de fitosanitarios y riego variables. Diseño del sistema de riego. Diseño del sistema de drenajes. Toma de decisiones a la hora de comprar o arrendar fincas. Toma de decisiones para diseñar la hoja de rotación de cultivos. Eficiencia a la hora de mejorar con enmiendas las parcelas. Aunque, el objetivo general, en todo caso, es controlar al máximo todas las variables posibles para poder actuar sobre los problemas en el momento más adecuado, cuando vaya a resultar más eficiente y económico y con menores impactos sobre el medio ambiente, es decir más sostenible, reduciendo al máximo todos los impactos que suponga el cultivo de la remolacha, y en especial disminuyendo al mínimo la huella de carbono. ►KWS, AVANCES EN LA SEMILLA PARA UN CULTIVO MAS SOSTENIBLE. A continuación, JAVIER FUERTES responsable del Servicio Agronómico de KWS, desarrolló una ponencia titulada ‘Avances en la selección de las variedades de remolacha para un cultivo más sostenible’. Hizo en primer lugar un repaso de la evolución las semillas de remolacha desde que, en el siglo XXI, España era líder mundial en producción de azúcar, debido a la producción de caña en Cuba y Filipinas, hasta ahora. En todo este tiempo, los objetivos con los que se realizaba la mejora de la semilla han ido cambiando, buscando siempre incrementar los rendimientos y mejorar su sistema de producción para hacerla más interesante para el agricultor y para la industria. En un principio, ya desde el siglo XIX, lo que se pretendía sobre todo era incrementar la riqueza y facilitar los arranques. Un salto importante se produjo en 1980 cuando empezaron a comercializar las variedades monogermen genéticas. A partir de ahí, los avances más destacados se han encaminado a mejorar la lucha contra enfermedades que comprometían el cultivo de forma importante, primero buscando tolerancias a la rizomanía y después a los nematodos. A partir del año 2000, se empezó a trabajar buscando una mejora en la gestión de las malas hierbas, con variedades resistentes al herbicida Roundup (glifosato). Ya en 2015, KWS y Bayer, lanzaron las variedades resistentes al herbicida Conviso. Y en estos momentos, el reto más importante en encontrar variedades que reduzcan el problema de cercospora, amarillez virosa (BYV), rizonamía agresiva, o síndrome de baja riqueza (SBR), que permitan desarrollar un cultivo más sostenible, aportando además soluciones a la reducción de materia activas disponibles, que hace cada día más difícil la gestión de la sanidad de la remolacha. En la última década, destacó, se ha reducido en un 45% el número de las materias activas insecticidas disponibles, el 60% de las materias activas con acción fungicidas, y
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