TE283 - Tierras Agricultura

DOSSIER / Agri 283 28 25-29 FEBRERO/FEBRUARY ZARAGOZA - ESPAÑA/SPAIN FIMA2020 de esta comarca que ocupa la parte central de la meseta, y que destaca por su resistencia al frío y a la sequía y su buena producción forrajera en estas condiciones. Su interés, entre otras cosas, se debe a la cantidad de forraje que produce y a su contenido en proteína. Una producción media en secano de 4.000 kg/ha de heno (humedad: 15 %), con un contenido en proteína del 18 %, significa una producción de 600 kg/ha de proteína. En las mismas condiciones, un cultivo de guisante proteaginoso, con una producción media de 1.800 kg/ha de grano (humedad: 12 %) y contenido en proteína del 23 %, produce unos 350 kg/ha. El tratarse de una especie perenne y la forma de aprovechamiento facilitan mucho la gestión de la explotación. La superficie ocupada por alfalfa se siembra una vez y el cultivo dura varios años, con la ventaja que supone que, una vez implantado el alfalfar, durante unos cuantos años la climatología no condiciona la preparación del suelo y la siembra. Durante los años de explotación, las labores no coinciden con las de cereal, distribuyéndose mejor el trabajo a lo largo del año. PRODUCTORA Y FIJADORA DE N Como leguminosa que es, la alfalfa fija nitrógeno atmosférico, por lo que no necesita fertilización nitrogenada. La cantidad fijada es variable con la fertilidad del suelo y las condiciones de cultivo. La bibliografía especializada indica que la alfalfa es una de las especies con más capacidad fijadora, pudiendo llegar a fijar cada año más de 200 kg/ha de nitrógeno. Un alfalfar de secano, con una producción de unos 4.000 kg/ha de heno, que tiene unas necesidades anuales de nitrógeno de unos 100 kg/ha, en condiciones normales de cultivo se abastece perfectamente del nitrógeno atmosférico. Esto supone un ahorro de nitrógeno, primero para la alfalfa y después para el cultivo que le siga y, como consecuencia, un beneficio económico. El menor consumo de fertilizante nitrogenado, aparte del beneficio económico, también tiene otra consecuencia, que no es otra que la de contribuir al ahorro de energía, pues la fabricación de fertilizantes nitrogenados tiene un coste energético muy elevado. Sirva como orientación que, en el caso de secano, la fertilización de cereal tiene un coste energético de unos 4.000-5.000 MJ/ha y el de alfalfa de alrededor de 1.500 MJ/ha. Asimismo, es una especie que muestra buena eficiencia en el uso del agua. La relación entre la materia seca producida y el agua consumida es alta pues, a su elevada producción, se une que prácticamente toda la biomasa aérea es cosechada; a su vez, sus raíces profundas aseguran que el agua del suelo sea aprovechada y no se pierda. La alfalfa también tiene sus efectos beneficiosos sobre el suelo. Contribuye a removerle en un espesor considerable, por el desarrollo en profundidad de su raíz, efecto muy favorable sobre todo en suelos de textura fina. Los pequeños canales abiertos facilitan el movimiento del agua y el aire. Protege al suelo de la erosión: por supresión del laboreo mientras dura el alfalfar, por proteger el suelo por su abundante desarrollo aéreo y por favorecer la penetración del agua en el suelo. La permanencia en la parcela durante varios años es motivo de acumulación en horizontes superficiales de materia orgánica procedente de restos de parte aérea y de las raíces. Directamente, esto supone un claro beneficio agronómico, pero en la actualidad también se valora mucho como sumidero de carbono. SUMIDERO DE CO2 La evidencia del aumento del CO2 atmosférico ha contribuido a que se valoren muy favorablemente todas aquellas prácticas que ayuden a minorar este fenómeno. El cultivo de alfalfa proporciona claras ventajas en cuanto a esto. La supresión del laboreo mientras dura el alfalfar reduce la mineralización de la materia orgánica del suelo, con lo que se reduce la emisión de carbono a la atmósfera. Igualmente, como ya se ha dicho, la aportación de

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