69 TRAZABILIDAD de los españoles. Según la encuesta, un 97% de los encuestados comen carne o pescado y, además, lo hacen con frecuencia: el 39% de los usuarios come carne al menos 5 días a la semana y llega al 17% el porcentaje de los que comen carne a diario. BIENESTAR SÍ, PERO NO A CUALQUIER PRECIO Las condiciones de crianza importan, pero ¿está el consumidor dispuesto a pagar más por unos alimentos producidos con mejores estándares de bienestar? No todos: un 42% no está dispuesto a pagar más, algo que puede resultar bastante comprensible si pensamos que 4 de cada 10 encuestados confiesan tener dificultades para costearse la carne de vacuno, y el pescado fresco está fuera del alcance para la mitad de los encuestados. En cambio, sí hay un 58% de los encuestados dispuesto a pagar más, algunos hasta un 20% más. Son las personas con una situación económica más desahogada y quienes están más inquietas por el bienestar de los animales de granja quienes están más dispuestos a hacer un esfuerzo. En el caso de que la carne encareciera su precio para poder satisfacer unos requisitos de producción más exigentes, los consumidores buscarían alternativas: • Comprar carnes más baratas (pollo o cerdo en vez de ternera o buey) es algo que harían seguro el 45% de los encuestados y, probablemente, un 38%; • Elegir piezas menos nobles (optando por los cortes más económicos, alitas en vez de muslos, por ejemplo) es algo que harían seguro o probablemente 3 de cada 4 encuestados; • Comer más legumbres o sustitutos vegetales de la carne es lo que harían el 68% de los encuestados; • Un 24% dice que seguro que comería menos carne; • El 41% responde que probablemente lo haría. RECELOSOS CON EL MARKETING SOBRE BIENESTAR ANIMAL De la encuesta también se desprende que los consumidores reconocen estar poco informados de las condiciones de los animales criados para consumo humano. En realidad, esa información la obtienen de etiquetados, envases, alegaciones y otras informaciones que acompañan a los productos que compramos. En este sentido, en estos momentos en que parece que tanto preocupan los productos eco, bio, orgánicos, de proximidad... No es extraño encontrarnos productos ‘con apellido’: pollos criados en libertad, carne originaria de una determinada zona, quesos artesanos... Un ejemplo de ello son los huevos, con su código e información sobre la forma de crianza de las gallinas, que resulta “paradigmático”, apunta la OCU, pues aunque el 85% de los encuestados saben que existen esos códigos que están impresos en la cáscara, menos de la mitad es capaz de interpretarlos. En otro tipo de productos, estas alegaciones o informaciones sobre las condiciones de crianza y bienestar son menos comunes (solo el 55% las ha visto alguna vez, y no siempre), y no se fían mucho de ellas, aunque al consumidor le gustaría que no le mintieran: “Si supieran que alguna de esas alegaciones es mentira, muchos optarían por dejar de comprar este producto”, dice la OCU. Otra de las conclusiones se refiere a que el 78% de los españoles encuestados piensa que un mayor bienestar animal da como resultado alimentos más seguros para los consumidores; el 77%, que esas mejores condiciones de bienestar animal se traducen en alimentos más saludables; y el 68% opina que un mayor bienestar de los animales dará como resultado alimentos mejores, con mejor sabor. UNA NORMA JUSTA E IGUAL PARA TODOS Si en algo coinciden la mayoría de encuestados (9 de cada 10) es en que es importante implementar nuevas leyes para garantizar el bienestar de los animales de granja. Otra cosa en la que la mayoría está de acuerdo (nada menos que un 82%) es en que las importaciones de productos animales deberían estar sujetas a las mismas normas de bienestar que las que deben respetarse en los alimentos producidos en la Unión Europea. Yendo más allá, el 77% quisiera que la UE proporcionara fondos a los productores para implementar normas más estrictas de bienestar animal.n
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