El investigador Luis Serrano y la investigadora Esther Rincón enseñando las almohadillas diseñadas. 53 SEGURIDAD ALIMENTARIA cáscaras de crustáceos. Así, frente a los polímeros plásticos que emplean las almohadillas comerciales, el estudio emplea uno natural. Sin embargo, el quitosano presenta algunas desventajas ya que tiene una estructura irregular, es más soluble en agua y es más débil. Para contrarrestarlo, el equipo de investigación añadió los otros dos elementos: nanocelulosa proveniente de poda de laurel -uno de los cultivos de planta aromática y medicinales que más se cultivan en la zona mediterránea- y aceite esencial de laurel que se encargan, respectivamente, de hacer la almohadilla más rígida y más resistente, y de retrasar la oxidación de la carne. Con estos tres elementos, explica Esther Rincón del grupo de investigación, “lo que hemos conseguido ha sido mantener la carne en estado fresco y como el principio tras diez días de almacenamiento en refrigeración”.n
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