FORMULACIÓN burguesa vegetal”, por ejemplo, y me parece un error. El consumidor seguirá adquiriendo ese producto si es lo que quiere, se llame o no “hamburguesa”. Al no ser una normativa armonizada a nivel internacional, acaba siendo contraproducente para los productores nacionales que están en desventaja frente a los extranjeros. Holanda y Alemania, entre otros, no tienen ninguna normativa al respecto por lo que sí pueden etiquetar sus productos plant-based como “hamburguesa vegetal” y venderlo en España. Al final, con esta especie de protección que las administraciones están llevando a cabo acaban quitando oportunidades de crecimiento y de negocio a nuestras empresas autóctonas. Desde Fecic llevamos tiempo explicándolo, incluso lo hemos hecho en el Parlamento Europeo, pero no estamos obteniendo resultados reales. Sin embargo, estamos convencidos de que el tiempo nos acabará dando la razón. No podemos poner puertas al campo, tenemos que regular a través de un marco normativo que encaje con la realidad. ¿Es posible alimentar a la población mundial manteniendo el sistema productivo tradicional? Las proteínas alternativas pueden ser una vía… Pueden ser una vía, sí, pero no la única. El modelo productivo actual tiene techo, es finito, por lo que debemos hacer un ejercicio importante de reformulación en algunos temas como, por ejemplo, la producción de cereales. Se estima que en 2050 el 90% de la producción mundial de cereales se destine a alimentación animal, algo totalmente insostenible. Debemos trabajar en obtener fuentes de proteínas económicas para ellos a base de otros productos como pueden ser los insectos o harinas animales. Si lo conseguimos, liberaremos un poco el modelo productivo actual. Es imprescindible entender la relevancia de la sostenibilidad e integrar lo que la sociedad demanda. La industria debe ser inteligente y dar un paso adelante, buscando soluciones a la deforestación, la disminución del uso de soja para crear piensos, la bajada del uso de antibióticos, la reutilización de los purines para crear energía… En este sentido, Desde Fecic hemos hecho una propuesta en el Congreso de los Diputados para poder aprovechar el agua regenerada para limpiar espacios sucios en la industria (camiones, corrales, zonas exteriores…). ¿Qué sentido tiene utilizar agua potable para este tipo de cosas con el alto estrés hídrico que vivimos en España? A veces parece que las administraciones van por detrás, algo que también hemos visto con el PERTE Agroalimentario que se acaba de aprobar. No hay ni una sola mención a las proteínas alternativas… Estas entidades deberían favorecer la innovación, por eso tenemos una iniciativa como los fondos Next Generation de la UE, diseñados para afrontar los retos del futuro… Y el futuro pasa por la producción de proteína y la gestión del agua. ¿Cómo entiende Fecic la convivencia entre las proteínas tradicionales y las alternativas? La entendemos desde la normalidad absoluta. Recientemente hemos aprobado un Plan de Actuación de Proteínas No Cárnicas porque creemos que no hacerlo no sería inteligente. Aunque entiendo la defensa a ultranza de sectores como el ganadero, no podemos negar que el consumidor quiere comprar estas nuevas proteínas y desde el sector deberíamos liderar esta transición y proponer productos híbridos, por ejemplo. No debemos ver esta nueva corriente como una amenaza, sino como una oportunidad de crecimiento diversificado. Hay algo que no me canso de decir y es que no podemos ser el carbón del siglo XXI, tenemos que reinventarnos. En el ámbito de las alternativas, ¿las pequeñas empresas tienen lasmismas oportunidades que las grandes? Por supuesto. La barrera tecnológica no es tan grande como para que solo puedan acceder grandes compañías. Además, para ayudar a quien lo necesite, desde Fecic formamos parte del Comité Ejecutivo de INNOVACC (asociación catalana de innovación del sector cárnico porcino) y hemos abierto una línea de innovación de nuevas proteínas que democratiza las oportunidades para todas las empresas. Otro tema son las carnes sintéticas o de laboratorio. Estas sí que requieren de recursos y capacidades tecnológicas mucho más avanzadas, algo complejo para las empresas pequeñas. A pesar de ello, este tipo de productos todavía no están lo suficientemente desarrollados como para que sea interesante producirlos ya. Hablemos de algo más polémico, ¿son realmente los productos plant-based más sostenibles que la industria cárnica? Cualquier actividad económica genera impacto, contaminación y residuos. Lo interesante es entender cómo generar el menor impacto posible. Queremos producir una carne segura y nutritiva pero, a la vez, estamos buscando como reducir el consumo de agua y la generación de gases de efecto invernadero y otros residuos. Y desde la industria plant-based seguro que buscan lo mismo, pero no pueden afirmar que sean más sostenibles por la gran demanda energética que necesitan. Si la producción es pequeña, por supuesto que con 4 paneles solares será suficiente para cubrir esta demanda, pero con tantos millones de personas por alimentar, prácticamente se necesitaría una pequeña planta nuclear para cada empresa y eso, por supuesto, no sería sostenible. 34
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