TB 19 pica). Otro tema más complejo es si se trata de una modalidad asequible. Y aquí la cosa no está tan clara. Una equipación más o menos decente no baja de los 1200-1500 euros (calzado, bici, neopreno…). Además, son muchos los que, a medida que van mejorando sus tiempos, renuevan su material –a mejor- de manera que estamos ante un deporte que, tanto a corto como a medio y largo plazo, es caro. Por si fuera poco, la gran razón de ser de esta modalidad, es decir, las pruebas, son cada vez más caras, con lo que la inversión, si se quieren hacer varias pruebas al año, puede dispararse algunos cientos de euros –o miles si se hacen largas distancias nacionales e internacionales, contando la inscripción y el desplazamiento. No es extraño, en este sentido, y teniendo en cuenta que, como en todo, hay excepciones, que el triatleta suela tener un poder adquisitivo alto. Otro motivo importante del boom de este deporte tiene que ver mucho con la superación personal. Para casi todo el mundo, sobre todo los que empiezan, un triatlón es un reto. Aunque sea la distancia más corta. Además, como pasa en deportes como el running, la media de edad de los triatletas suele ser relativamente alta, entre los 30 y los 45. Lo que destaca sobre todo son las competiciones contra uno mismo a partir de las modalidades olímpicas encontramos que por ejemplo, los triatlones de media y larga distancia tiene grandes participantes y la marca Ironman se ha convertido en un referente del deporte. Sin ir más lejos, en España, tenemos el de Mallorca, el de Lanzarote y el Barcelona – Calella, y todos con cifras espectaculares, además de la repercusión económica que supone para la zona. Un Ironman supone un impacto de 10 millones de euros para la zona. Para los Ayuntamientos, está es una prueba bienvenida. Más oferta que demanda, también en la red de tiendas Obviamente en todo lo que tenga que ver con practicantes, el boom del triatlón es positivo. Los problemas empiezan en cuanto hacemos referencia a las ventas. Y no precisamente porque haya caído, al contrario. El crecimiento espectacular en practicantes también se traducido, lógicamente, en un boom de las ventas, especialmente de calzado, bicicletas y neoprenos. El problema es que han sido muchos los que le han atribuido al triatlón un potencial que no tenía, tal y como advirtieron, desde el principio, quienes llevan años viviendo –e impulsando- este deporte. Tenía recorrido, está claro, pero no tanto como algunos pensaron. Y pasó lo que se veía que iba a pasar: más oferta que demanda. Y cuando esto se da en marcas y productos, el problema es relativo, pero si se da en tiendas. Las cosas se complican un poco. Y así pasó. En tres o cuatro años abrieron decenas de tiendas, muchas de ellas, incluso, en sitios donde no tenía ningún sentido abrirlas. Optimismo desmesurado y falta de sentido común. El problema surge cuando una moda la llevamos al límite, cuando algo tiene éxito, salen inversores y detallistas por todos los lados. Y en estos últimos años lo estamos viviendo con varias modalidades, especialmente con el running, el bike y el triatlón. ¿Justifica la demanda esta oferta? En triatlón la respuesta es contundente y clara: No. Pero aun así, durante algunos años ha habido muchos inversores-detallistas que han pensado que por ser triatletas y por tener 30 o 40 mil euros la cosa sería fácil. Fácil y rentable. Y claro, el revés ha sido de órdago. La realidad, pese a quien le pese, es que el triatlón, con boom incluido, sigue siendo un deporte minoritario y la cifra de practicantes no justifica las innumerables aperturas que ha habido en los últimos años, especialmente en las grandes ciudades. Muchos empresarios han abierto tiendas porque les gustaba este deporte o porque creían que era la gallina de los huevos de oro. El problema es que no han tardado en ver que las cosas no son tan fáciles y que salir adelante implica un gran esfuerzo. Una tienda especializada requiere mucho trabajo y necesita unos años para funcionar bien, y algunos han abierto convencidos de que bastaba con subir la persiana para empezar a facturar. Una tienda especializada no depende solo de la venta. Ni de los 4 amiguetes que te pueden comprar. Hay que picar mucha piedra para posicionarse. Además, hay que tener muy en cuenta que aunque los neoprenos son un producto muy específico que, generalmente, se vende sólo en tiendas especializadas, el calzado se puede comprar en una tienda de running y las bicis en una de bicicletas. Y eso significa mucha más competencia, sobre todo teniendo en cuenta que Demasiada oferta para la demanda que hay. La burbuja no se deshincha, pero no crecerá mucho más Los problemas empiezan en cuanto hacemos referencia a las ventas
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