TB19 - TradeBike 19 - Especial Mujer + Nutrición

Precisamente sobre estos huesos isquiones es sobre los que queremos tirar por tierra un falso mito, que dice que la separación entre los nuestros es mayor que entre los de los hombres, cuando no es cierto. La pelvis masculina y femenina se diferencia por la anchura del arco púbico o canal de parto en las mujeres, el cual forma un vértice de 50/60º en los hombres, y de 80/85º en nosotras, además de que uno es triangular y el otro ovalado/redondo. Esa es la principal diferencia, y no la distancia entre isquiones, que es prácticamente la misma entre nosotros. Esa mayor anchura de sillín está asociada popularmente con una mayor comodidad, sobre todo porque van ligadas a la imagen de bicicletas de paseo. Sin embargo, esa característica implica que durante el pedaleo, la ciclista esté constantemente rozando la zona interior de los muslos, lo que provocará que inconscientemente adelante la posición, con lo que finalmente terminará sentada sobre la punta del sillín, concentrando toda la presión en la zona genital. Y es ahí de donde surgen todos los problemas. Esos problemas en la zona genital de las mujeres en la práctica del ciclismo son diversos. Para muestra, un dato: entre un 15 y un 20 por ciento de nosotras sufrimos adormecimiento vaginal después de la práctica ciclista, debido al corte del riego sanguíneo producido por la presión ejercida en esa zona al ir sentadas sobre la punta del sillín. De hecho, se conocen varios casos de ciclistas profesionales que han tenido que ser intervenidas de inflamación crónica de los labios superiores. Para ello, algunas marcas incorporan desde hace unos años un canal o depresión central como solución a las molestias perineales/genitales. Otro aspecto al que se le presta mucha atención es al acolchado. Normalmente, cuanta más cantidad y más blanda es la espuma en un sillín, es considerado como más cómodo. Quizá lo sea para trayectos muy muy cortos, pero para desplazamientos algo más largos, o para un uso deportivo, la rotunda respuesta es no. Tampoco decimos que lo idóneo sea un sillín full carbon, pero sí es cierto que los modelos con poca o media espuma, aunque puedan resultar algo incómodos al principio (todos los sillines requieren de un periodo de adaptación inicial), normalmente son los que mejor se adaptan a nuestra fisionomía con el paso del tiempo. Porque los muy acolchados pueden llegar a serlo tanto, que llegue el momento en que toquemos con los isquiones el chasis, perdamos eficiencia de pedaleo con su uso (sobre todo en un uso deportivo), y porque aunque se cree que mejoran el flujo sanguíneo y las conexiones neuronales, producen el efecto contrario. Un último aspecto formal a tener en cuenta sería la longitud. ¿Sillín largo o corto? ¿Cuál es mejor? Esta cuestión por sí misma requeriría de un artículo exclusivo para hablar largo y tendido, pero como en casi todo, las opiniones son dispares. Si consultáramos a personal médico especializado cuál sería el más idóneo, seguramente la mayoría se decantaría por los cortos, teniendo única y exclusivamente un punto de vista clínico. El hecho de que en ellos sólo se apoyen los isquiones al no disponer de punta, propicia que no se corte el riego sanguíneo en los genitales, y que por lo tanto, las ciclistas no sintamos ese adormecimiento que puede desembocar en problemas mayores. No somos pocas las mujeres a las que nuestro ginecólogo nos ha permitido no dejar de practicar ciclismo, sólo con la condición del uso de este tipo de sillines. Pero en el bando opuesto se encuentran aquellas chicas a las que les va genial con los sillines largos tradicionales, a las que no pueden pasar sin ese plus de estabilidad y control sobre la bicicleta que les aporta esa punta, y por qué no decirlo, aquellas para las que la estética también es un punto a tener en cuenta. Si a todo ello sumamos el hecho de que en las competiciones oficiales UCI sólo se puede competir con sillines de un mínimo de 24 cm de longitud (sillines largos), nos encontramos con que las partidarias de un bando y de otro son similares. Ante toda esta cantidad de datos, y tal y como dijimos al principio de este artículo, no podemos aventurarnos a recomendar el sillín ideal para nosotras, porque no existe. Lo que sí podemos hacer es daros tres sencillas recomendaciones que seguro os ayudarán a encontrarlo: 1. Es primordial acudir a un técnico biomecánico para que nos ayude a encontrar la mejor postura sobre la bici. Son ellos también quienes os recomendarán el sillín que mejor se nos adapte. 2. La gran mayoría de marcas de sillines del mercado poseen un pack de modelos de test, que las tiendas ofrecen gratuitamente a los clientes durante un periodo de tiempo determinado, para comprobar de primera mano si es ese el sillín que estás buscando. Haced uso de ellos, preguntad en vuestras tiendas de confianza, porque sólo el estudio biomecánico, el uso del sillín y vuestra propia percepción son las mejores herramientas para dar con el sillín ideal. 3. Hasta la fecha los sillines tradicionales han sido diseñados para los hombres. Los sillines "femeninos" existentes lo único que tienen son pequeñas variaciones de anchura y no se adaptan a nuestra anatomía y ergonomía. Si hoy se tuviera que diseñar un sillín para las mujeres, seguramente no tendría punta. TB 31

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