quetados fueron capturados frente a las costas africanas (desde el Atlántico sureste al noreste), cuatro en aguas europeas (Atlántico noreste yMar Egeo) y dos no indicaban información geográfica. Según los autores, aunque estos datos muestran que la tasa de etiquetado incorrecto es cuantitativamente baja (menos del 2%), sin embargo, su implicación cualitativa es importante porque revela el uso de especies en peligro de extinción o no reguladas, lo que apunta a una pesca ilegal en aguas africanas. Los investigadores apuntan tres conclusiones relevantes: un mayor riesgo de etiquetado incorrecto en productos no reconocibles, un fraudemayor en aquellas especies consideradas más valiosas por parte del consumidor (poniendo 'etiquetas trampa') y, tercero, el uso de especies en peligro de extinción como Thunnus thynnus, juveniles de atún comercializados como anchoa, y de merluza africana, Merluccius polli, aún no regulada como especie sustituta. La coautora Alba Ardura Gutiérrez, explica que, a pesar del gran esfuerzo de trazabilidad de los alimentos para garantizar un consumo seguro y sostenible, todavía persiste el etiquetado incorrecto en los mercados de productos del mar. UN FRAUDE INTENCIONAL “Nuestros hallazgos indican un fraude intencional preocupante que obstaculiza el objetivo de la producción y el consumo sostenibles de estos productos, y sugieren priorizar los esfuerzos de control en especies muy apreciadas”, afirma otra de las autoras, Noemí Rodríguez, “nos alejamos así del compromiso con la agenda 2030 de la ONU, que invita erradicar la sobrepesca, a restaurar las poblaciones de peces y a eliminar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada”. Ambas investigadoras coinciden en que el estudio pone de relieve la importancia de un etiquetado correcto porque, al final, “el consumidor puede estar comprando una merluza que considera de alto valor por una de menos valor y porque, además, estamos explotando especies en peligro de extinción o no declaradas y mermando los caladeros”. AUTORES DEL FRAUDE SIN IDENTIFICAR ¿Quién está detrás de este fraude? El trabajo realizado por el grupo ARENA de la Universidad de Oviedo no se aventura a identificar a los autores. “Resulta difícil determinar si el fraude proviene de la zona de captura o no. No sabemos quiénes son los responsables. Necesitaríamos una investigación más a fondo en origen”, señala Ardura. El proyecto de este grupo es fruto de la colaboración con colegas del continente africano con los que empezaron a trabajar hace un par de años. El primer resultado de esta cooperación fue el proyecto Oceanic Karma que reveló la presencia de contaminantes en el pescado africano procedentes de la basura electrónica que las potencias occidentales envían a África.n Filetes de atún congelados, uno de los pescados en los que se ha detectado fraude. Grupo del Aula de Investigación sobre Recursos Naturales (ARENA) de la Universidad de Oviedo. Foto: UNIOVI. 41 SEGURIDAD ALIMENTARIA
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