RT617 - Rotación

28 ESPECIAL PROPULSIÓN El GNL ha sido una de las principales alternativas al fuelóleo tradicional, debido a su capacidad para reducir significativamente las emisiones de SOx y NOx, así como las partículas en suspensión. Además, el GNL ofrece una reducción del 20% en las emisiones de CO2 en comparación con los combustibles convencionales. A pesar de su creciente popularidad, el GNL no es una solución perfecta. Sigue siendo un combustible fósil, y su principal inconveniente es la emisión de metano, un gas con un efecto invernadero mucho más potente que el CO2. No obstante, sigue siendo una opción intermedia importante hasta que las tecnologías basadas en hidrógeno o amoníaco maduren. Por otro lado, el hidrógeno y el amoníaco son dos de los combustibles alternativos más prometedores para el transporte marítimo, ya que no emiten CO2 durante su combustión. Ambos se perfilan como soluciones a largo plazo para la descarbonización del sector, aunque aún enfrentan desafíos técnicos y económicos. El hidrógeno es una opción atractiva debido a su capacidad para ser utilizado tanto en motores de combustión interna como en pilas de combustible, lo que lo convierte en un combustible versátil. Sin embargo, la mayor parte del hidrógeno disponible actualmente proviene de fuentes fósiles, por lo que su impacto ambiental depende en gran medida de cómo se produce. El hidrógeno verde, generado mediante electrólisis utilizando energía renovable, es la opción más sostenible, aunque aún es costoso y requiere una infraestructura considerable para su almacenamiento y distribución. El amoníaco, por su parte, no emite CO2 durante su combustión y tiene la ventaja de ser más fácil de almacenar y transportar que el hidrógeno. Además, puede ser utilizado en motores adaptados o en celdas de combustible. EL RETORNO DE LAS VELAS: AERODINÁMICA AL SERVICIO DE LA EFICIENCIA Una de las tendencias que está resurgiendo en la propulsión marina es el uso de velas, pero no las tradicionales de tela, sino velas rígidas o sistemas de propulsión eólica asistida. Esta tecnología, combinada con motores convencionales, permite aprovechar el viento para reducir el consumo de combustible y las emisiones, especialmente en rutas transoceánicas donde las condiciones de viento son favorables. Las velas rígidas, fabricadas con materiales avanzados y diseñadas con principios aerodinámicos, generan una fuerza de propulsión que complementa los sistemas de motores. EL RETO DE LA INFRAESTRUCTURA Uno de los grandes desafíos para la adopción masiva de estas nuevas tecnologías de propulsión es la infraestructura necesaria para apoyar su desarrollo. Los combustibles alternativos como el hidrógeno, el amoníaco o el GNL requieren instalaciones especializadas para su producción, almacenamiento y distribución, lo que implica inversiones significativas tanto en tierra como en los puertos. Asimismo, los sistemas de propulsión híbrida y las tecnologías eléctricas necesitan estaciones de carga y mantenimiento avanzado para las baterías. La expansión de estas infraestructuras está avanzando, pero su ritmo debe acelerarse para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones establecidos por organismos internacionales. n El hidrógeno y el amoníaco son dos de los combustibles alternativos más prometedores para el transporte marítimo

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