RT611 - Rotación

32 ESPECIAL PROPULSIÓN Desde los primeros días de la navegación, la propulsión de las embarcaciones se ha basado principalmente en la fuerza humana o el viento. Sin embargo, a medida que la tecnología avanzaba, se desarrollaron nuevas formas de propulsión que revolucionaron la industria. El siglo XIX marcó un cambio fundamental con la introducción de la propulsión de vapor. Los barcos a vapor utilizaron máquinas de vapor para generar energía mecánica que movía las hélices o las ruedas de paletas. Esta innovación permitió un mayor control y velocidad en la navegación, pero también fue notoriamente ineficiente en términos de consumo de combustible. Más tarde, a principios del siglo XX, la propulsión diésel comenzó a reemplazar al vapor en muchas embarcaciones. Los motores diésel eran más eficientes en términos de consumo de combustible y requerían menos mantenimiento, lo que llevó a una mayor aceptación en la industria. Por su parte, la propulsión nuclear, utilizada principalmente en submarinos y algunos buques de guerra, trajo una fuente de energía aún más poderosa. Los reactores nucleares proporcionaron una fuente inagotable de energía y una mayor autonomía, pero también plantearon preocupaciones de seguridad y medio ambiente. Hoy en día, el segmento de la propulsión marina centra todos sus esfuerzos en desarrollar equipos tecnológicamente muy avanzados que permitan enfrentar los principales desafíos de la propulsión marina: la eficiencia y la sostenibilidad. PROPULSIÓN ELÉCTRICA La propulsión eléctrica marina se ha convertido en una de las tecnologías más prometedoras para revolucionar la industria naval. A medida que el mundo busca reducir su dependencia de los combustibles fósiles y abordar el cambio climático, los sistemas de propulsión eléctrica ofrecen una alternativa más limpia y eficiente para los motores de combustión interna tradicionales en embarcaciones de todos los tamaños. Este tipo de propulsión permite reducir emisiones al eliminar la combustión de combustibles fósiles, contribuyendo a la mejora de la calidad del aire y la mitigación del cambio climático. Además, son más eficientes que los motores de combustión interna, lo que se traduce en un menor consumo de energía y costes operativos reducidos.

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