RT610 - Rotación

ESPACIO SOERMAR 12 Ahora, que estamos a punto de comenzar una nueva legislatura, es un buen momento para repasar el potencial y los retos de un sector como el de la construcción naval, que, pese a estar circunscrito a un ámbito de actividad muy concreto, es estratégico para la economía del país y fundamental para actividades como la exportación y el transporte de mercancías, la pesca o el turismo, por poner varios ejemplos. De acuerdo con los datos de la última Agenda Sectorial de la Industria Naval, de 2019, se trata de una industria que tiene una facturación anual de 7.500 millones de euros y emplea, directa e indirectamente, a 70.000 personas. Al mismo tiempo, es un sector que desde hace varios años está inmerso en relevantes procesos de innovación y de transformación digital, a través de la aplicación de nuevas tecnologías, y que camina hacia la descarbonización tanto en sus propios procesos productivos como en los buques que construye o transforma. Son retos que esta industria está afrontando y que se unen a otros como la seguridad marítima, la explotación de los recursos marinos, la atracción de talento capacitado y la formación del que ya tiene, la ciberseguridad… Pero para hacer frente a esos desafíos necesita seguir contando con el apoyo de las diferentes administraciones a través de mecanismos y herramientas que le permitan innovar y realizar inversiones en tecnología que, la mayoría de las veces, son muy costosas. Administraciones que, a la hora de diseñar ayudas, deben tener en cuenta las especiales características de empresas como los astilleros, que por los productos que desarrollan -los buques son caros y de alto nivel tecnológico- no pueden acceder a muchos de los programas públicos. Es importante mantener y fomentar la colaboración publico privada de forma que los sectores industriales podamos trasladar a nuestros líderes en la Administración nuestras particularidades, inconvenientes y barreras. Entre esas características, cabe destacar el hecho de que los astilleros desarrollan productos no seriados, pues cada buque es un prototipo, de muy alto nivel tecnológico, de largos periodos de construcción, que necesita contar con un contrato de venta -pues es inviable hacer prototipos de cada buque solo para estudiarlos- y con una importante competencia externa, tanto europea como mundial. A lo que se añade que trabajamos con las reglas del comercio internacional -no en vano la mayoría de nuestros productos son para la exportación- y que es difícil dar confianza a los inversores extranjeros si no trasladamos estabilidad, seriedad y legislaciones sólidas, claras y con requerimientos asumibles por todos los sectores industriales. Así es el sistema productivo y así se debe tener en cuenta en los mecanismos de ayuda y los programas de financiación, que deben favorecer la colaboración activa entre empresas, apoyar la innovación abierta y colaA partir de este número comenzamos una colaboración con la Fundación y Centro Tecnológico SOERMAR. Además de las páginas de la revista que dedicaremos a sus principales iniciativas, esta colaboración se materializará en nuevos proyectos conjuntos a lo largo de 2024. Y no hemos encontrado una mejor manera de comenzar que con una tribuna de Eva Novoa, directora general de SOERMAR. Cuenten con nosotros Eva Novoa, directora general de SOERMAR

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