PLÁSTICOS EN EL AUTOMÓVIL 37 nización y la digitalización. La sociedad está cambiando y la forma de desplazarse también. La entrada de nuevas tecnologías está ampliando el abanico de posibilidades de movilidad disponibles. En el sector de la automoción somos conscientes de esta transformación y queremos evolucionar para pasar de ser únicamente fabricantes de automóviles a ser también proveedores de soluciones de movilidad. La movilidad es un derecho innegable y todos debemos poder elegir de qué manera queremos ejercerlo. Desde Anfac, en representación del sector de la automoción, reivindicamos la libertad individual de los ciudadanos y de las empresas en el mundo de la movilidad, y trabajamos para que sea accesible y asequible para todos, y para que aporte soluciones sostenibles y eficientes en línea con los compromisos de reducción de emisiones. En el sector hay un firme compromiso con esta transformación y creemos que supone una clara oportunidad para España en el ámbito industrial, empresarial y social. Tal y como marcamos en nuestro Plan Automoción 2020-40, este cambio puede suponer un impacto positivo para nuestra economía y empleo, y también para las próximas generaciones gracias al contexto que se está generando con la entrada de las nuevas empresas que forman parte ya del ecosistema de la movilidad. La transición hacia la nueva movilidad necesita, por una parte, contar con la necesaria colaboración público-privada, tanto de la Administración como de la sociedad y, por otro lado, establecer un proyecto-país que muestre el compromiso con esta industria para lograr así mantener nuestra competitividad y seguir atrayendo inversión y modelos para nuestros centros de producción. Nos jugamos mucho y no tenemos un plan B: la nueva movilidad significa la oportunidad de seguir liderando esta industria también en la transformación hacia el vehículo eléctrico, autónomo, conectado y compartido. Cuando se habla de transición hacia un modelo descarbonizado, ¿cómo tiene que hacerse eso en este sector?, ¿cuáles son los principales retos? Lo primero y fundamental es tener un modelo único y consensuado por el sector, por las administraciones y por el Gobierno. Es esencial que haya una visión única sobre el modelo de movilidad descarbonizada que queremos para nuestro país. Solo así podremos generar tanto certidumbre al ciudadano como estabilidad a la necesaria transformación del sector. Aquí no hay magia ni atajos: los grandes retos, y este lo es, exigen visión común y trabajo en equipo. Además, como hemos dicho, si apostamos por la automoción estaremos apostando por el futuro de España. ese modelo contempla la movilidad con vehículos, garantizando el derecho a elegir cómo desplazarnos de una manera libre de emisiones, al mismo tiempo que mantenemos el sector y su empleo. Esta visión no solo pasa por poner vehículos electrificados en el mercado, un compromiso que ya está cumpliendo el sector, sino también por establecer un contexto que permita al ciudadano sentirse cómodo con el uso de un vehículo. Por ello, es fundamental establecer una red de puntos de recarga de acceso público con suficiente capilaridad y cantidad para abastecer al usuario en cualquier momento, facilitar la compra de vehículos con planes de ayuda más eficientes y sencillos de acceder y establecer un marco fiscal que incentive la compra de estos vehículos. La transición hacia esta movilidad es posible. Pero para garantizar que puede mantener los valores de empleo, industria y economía que la automoción siempre ha dado a España y, al mismo tiempo, establecer un modelo de movilidad accesible y asequible para todos, es necesario disponer de herramientas al mismo nivel de ambición que los objetivos. ¿Se pueden hacer proyecciones de cuándo será en España y Europa un sector más sostenible? La automoción ya es un sector sostenible. La industria en su conjunto tiene un compromiso con la descarbonización y desde hace más de una década trabajamos en esta línea para alcanzar el objetivo de cero emisiones en 2050. El sector realiza un gran esfuerzo, tanto en materia de inversión económica como de desarrollo tecnológico. En Europa, con más de 62.000 millones de euros, somos la industria que más invierte en I+D+i. Al igual que en
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