breaking news En peores plazas hemos lidiado. Seguramente esto es lo que piensan los veteranos de nuestro sector, al menos los optimistas, al recordar la crisis financiera que entre 2008 y 2014 sacudió su producción y sus ventas. Este año 2022 se presenta más incierto que nunca pese a que en el primer semestre la facturación se mantiene estable con el viento de cola de los resultados de 2021: un crecimiento del mercado de la pintura del 10,7%, entre el 5,3% de las pinturas para la decoración y un notable 15,2% de las pinturas para la industria. Son cifras positivas que hay que saber leer en el contexto de una elevada inflación que llegó el año 2021 -el 6,2% acumulado- para quedarse una buena temporada. En otras palabras, si descontamos la inflación lo mejor que podemos decir es que, tras la caída de las ventas de pintura en 2020, el año pasado se recuperó la dinámica de 2019 -el último ejercicio prepandémico-. La pandemia trajo, de entrada, la decisión de muchos consumidores de mejorar sus hogares. Y después una progresiva disrupción de los canales de suministro por los problemas con las materias primas y los fletes. Luego llegó el aumento de los costes energéticos, la inflación y ahora el anuncio de las subidas de los tipos de interés junto al temor a un otoño - invierno complicados. En estos últimos meses los bares y restaurantes están llenos, las carreteras saturadas, los vuelos low cost funcionan a pleno rendimiento y los destinos turísticos confían en resarcirse después de un bienio negro. Por esa razón los fabricantes de pintura se plantean hasta cuándo los consumidores seguirán priorizando la inversión en sus hogares y si, en un escenario de alta inflación y de predicciones económicas poco estimulantes, pueden decidir más o menos abruptamente limitar las reformas previstas o aplazarlas sine die. No son temores infundados. En el primer trimestre el consumo final de los hogares cayó un -3,7%. Y en el bricolaje se incrementan las ventas a los clientes semiprofesional y profesional pero bajan al usuario final. Los fabricantes asumen que el bricolaje ha dejado de ser una prioridad para los consumidores, que dirigen más sus hábitos de consumo hacia el ocio... Soplan aires de cambio de ciclo. Cierto. Pero el 56% de los miembros de Asefapi cree que este año sus ventas crecerán en valor y el 16% que serán estables. El epicentro de los problemas de los fabricantes de pintura son las materias primas, que representan el 64% de sus costes frente al 18% de personal o el 2,5% de la energía. En 2021 un buen número de materias primas «estratégicas» registraron desaforados incrementos de precio del 150 o incluso el 300% anual. Lo malo es que este año la mayoría de ellas continúan creciendo sobre lo crecido, aunque sea más moderadamente, sin que podamos prever hasta cuándo y hasta dónde... Si sumamos todos los insumos, el año pasado el aumento del coste medio del mix de las materias primas, incluyendo los envases, en la pintura fue del 30%. Y la pregunta del millón es: ¿Cómo se ha trasladado ese incremento de los costes a los precios finales? El año 2021, según el INE, las ventas de pinturas, barnices y masillas aumentaron un 13,1% en tonelaje pero solo lograron incrementar un 4,7% sus precios, es decir, por debajo de la inflación. Esta cifra contrasta de forma sangrante con las del principal proveedor de los fabricantes de pintura, el sector de la química orgánica, que incrementó su producción el 7% pero aumentó un 62% sus precios. En especial, las pinturas de decoración se vieron obligadas a absorber una parte muy elevada de ese aumento de los costes pues el crecimiento de sus ventas en valor fue muy similar a su crecimiento en volumen. La consecuencia fue un serio quebranto para los márgenes. Las pinturas para la industria, sin llegar a un nivel satisfactorio, repercutieron mejor los costes en los precios. Se da la paradoja de que el año 2020, cuando se vendió menos pintura, la rentabilidad de las empresas sufrió menos que en 2021. En 2022 los fabricantes están mejorando un poco la actualización de los precios, un 13% en el primer trimestre, pero aún no es suficiente. Pero el reto que plantean las materias primas a los productores va más allá de cómo gestionan su desbocada espiral inflacionista. La parte más compleja dura es ser capaz de garantizar su abastecimiento en un mercado en el que sigue imperando la ley de la jungla. Desde hace muchos meses se produce una subasta continua, sobre todo de materias primas de calidad, que afecta seriamente a la rentabilidad de las empresas. Los fabricantes han logrado regularizar parcialmente el suministro al precio de incrementar notablemente sus stocks y de buscar afanosamente proveedores alternativos que les aseguren el aprovisionamiento. Todos los productores occidentales intentan sustituir las materias primas chinas por alternativas más accesibles pero es un proceso largo y complejo. Primero hay que construir las fábricas que posibiliten esta sustitución. Así pues, la actual situación, tan difícil de gestionar, no mejorará significativamente a corto y medio plazo. En la reciente Asamblea General de Asefapi se aludió a que las empresas no saben cómo tienen que comportarse en un contexto de fuerte inflación como el actual. Y deben hacer un esfuerzo importante para trasladar más ágilmente los aumentos de costes a los precios para no erosionar su rentabilidad. O los fabricantes trabajan los precios como hacen sus proveedores con ellos o se quedan en fuera de juego.
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