El futuro de las pinturas de decoración, a corto y medio plazo, es esperanzador. La pandemia causada por el coronavirus ha replanteado el uso y, por supuesto, el valor de nuestras casas. Cualquier espacio interior, incluso aquellos carentes de relevancia hasta ahora, han adquirido una gran importancia y se convierten en susceptibles de ser replanteados. Un buen mueble o una alfombra rompedora son elementos importantes en el diseño. Si bien la pintura es y siempre será el toque decisivo para transformar un salón en una zona tranquila y relajante, o bien un despacho en un espacio disruptivo y provocador, o también un dormitorio en un lugar calmado que, según el color, se adapte a todas las edades. El criterio de compra de pintura más dominante, hasta la fecha, ha sido el funcional. La protección de una superficie degradada, tapar los roces provocados por el uso diario o cubrir una mancha de humedad son las causas más comunes que tradicionalmente han llevado al consumidor a un punto de venta de pinturas. Este criterio se verá potenciado como consecuencia del mayor tiempo que pasaremos en nuestros hogares. Adicionalmente, considero que crecerá exponencialmente el criterio estético, no siempre el más común, si como fabricantes sabemos «vender» esas propiedades únicas que ofrecen las pinturas para dar más valor a cualquier construcción o espacio. El uso de materias primas recicladas, la huella de carbono, la industrialización de la construcción, así como ofrecer productos con verdaderos beneficios para el bienestar y la salud serán retos mayúsculos, pero supondrán al mismo tiempo, una oportunidad fantástica para aportar valor a nuestro sector. Pero claro que veo nubes negras en el horizonte. La principal, la falta de mano de obra cualificada y lo poco atractivo que resulta el oficio de pintor para muchos jóvenes. ¿De qué sirve una demanda creciente si no tenemos aplicadores para llevar a cabo los trabajos? Este aspecto requeriría de una profunda reflexión de todos los agentes implicados y un plan de acción consecuente. Por último, nuestro sector no escapará de la digitalización. Y no sólo afectará a nuestra forma de comunicar o al canal de venta. ¿Es descabellado pensar que en el futuro, con un móvil, no podamos cambiar el aspecto y color de nuestras paredes con un solo click? ¿O la incorporación de chips a los revestimientos que tendrán distintas funciones según lo que se les demande? A mí a día de hoy se me escapa pero ver, veremos... Las pinturas del futuro deben unir dos conceptos muy importantes como son la funcionalidad y la economía circular. Independientemente de si se utilizan para revestir estructuras de hormigón, paredes de yeso o superficies de barcos, las pinturas deben cumplir su función de cubrir y proteger las superficies a la vez que protegen al planeta. El sector global de las pinturas apenas ha evolucionado en el último siglo. Y eso no es lógico. No se puede seguir utilizando materiales procedentes de derivados del petróleo; no podemos seguir erosionando el planeta. Las fórmulas con las que se creen las pinturas del futuro deben incluir materiales reutilizables y sostenibles que den como resultado productos amigables con el medioambiente y que, desde el diseño a la producción, se basen en principios de economía circular. Y no solo eso: las pinturas del futuro deben evitar la producción de microplásticos y la generación de residuos altamente contaminantes que terminen en las aguas de nuestros ríos y océanos y, a la postre, en el ciclo alimenticio, llegando a producir enfermedades pulmonares o cáncer. Por suerte, Graphenstone acerca al presente las pinturas del futuro con su gama de productos Premium basados en una fórmula única en el mundo que aúna cal y tecnología de grafeno. La unión de tradición e innovación que consigue grandes acabados, en vibrantes colores, mientras cuida de nuestro planeta: un producto ecológico libre de emisiones tóxicas (COVs), microplásticos y olores que absorbe CO2 y purifica el ambiente. El tipo de pinturas que el planeta necesita ahora y en el futuro. Al hablar de pinturas del futuro, las principales tendencias apuntan hacia la sostenibilidad utilizando recursos más respetuosos con el medio ambiente y la salud de las personas. En este sentido, y viendo que el empleo de sistemas base agua todavía no ha adquirido el volumen esperado en el mercado, uno de los principales cambios podrá venir dado por la sustitución de disolventes derivados de hidrocarburos por otros derivados de fuentes renovables. Esta sustitución permitirá fabricar productos menos contaminantes, más respetuosos con el medio ambiente y con un menor consumo de recursos, y así se conseguirá una sensibilización y responsabilidad en el cliente final sobre el impacto de cada uno de sus consumos. Otro cambio importante a corto - medio plazo será sustituir materias primas con efectos adversos para la salud por otras extraídos de fuentes naturales, reduciendo de esta manera los riesgos derivados y cumpliendo con la normativa vigente, que es cada vez más restrictiva en este aspecto. Por otro lado, cada vez se oye hablar más de las pinturas inteligentes, que serían aquéllas capaces de identificar un estímulo externo particular y producir una respuesta en consecuencia. Son productos de alto valor añadido que cuentan con propiedades para solucionar demandas concretas de cada mercado. SÓLO PINTURA 25
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