tos problemas se han producido por el desconocimiento, en general, de qué actividades podían realizarse y cuáles no. Son básicamente los mismos esfuerzos que realizan el resto de las empresas del sector de la construcción. Están teniendo que adaptarse a esa «nueva normalidad» en la que la utilización de EPIs que prevengan el contagio, las medidas de higiene y el mantenimiento de las distancias dificultan en numerosas ocasiones la ejecución de los trabajos y requieren de una nueva planificación. La principal dificultad es que la adopción de todas estas medidas tiene un alto coste económico para las empresas pues en las actuales circunstancias económicas no pueden repercutirlas en sus clientes, con lo cual los márgenes de beneficio se reducen aún más. Pues la verdad es que no todos. En algunos casos porque la incertidumbre económica ha tenido como consecuencia que algunos trabajos programados se hayan pospuesto por parte del cliente. En otras ocasiones, en viviendas habitadas, también se han aplazado por la dificultad para mantener el distanciamiento social. Por último, el cierre de establecimientos comerciales y hosteleros, con las pérdidas económicas que ello ha supuesto para estos sectores, han dado lugar al aplazamiento de los trabajos que no eran realmente urgentes. En general todos se han visto afectados en mayor o menor medida. Los que menos dificultades han encontrado son las empresas y profesionales que centran su actividad en la obra nueva, que sólo tuvieron que parar durante los quince días de «hibernación». Las empresas que están más centradas en la rehabilitación son las que más han sufrido por todas las circunstancias que hemos comentado antes. De hecho, si bien la actividad se está recuperando poco a poco, hay muchos trabajos que se han pospuesto sine die. Y por otra parte, la grave crisis económica consecuencia de la emergencia sanitaria ha hecho que en muchos casos los clientes sólo deseen que se ejecuten los trabajos esenciales y/o urgentes dejando para adelante el resto, sobre todo en el campo de la rehabilitación. Por supuesto que están preocupadas porque aunque el verano es tradicionalmente la época del año en la que las empresas de aplicación de pintura tienen más carga de trabajo la situación económica actual es muy inestable. Además, desconocemos como va a evolucionar la pandemia en los próximos meses. Y aunque parece que todo está controlado, un rebrote y una vuelta atrás tendría unas consecuencias catastróficas para todos. Pues claro que existe este riesgo, como en todos los sectores. El futuro es incierto. Desconocemos cómo va a evolucionar la pandemia a medio plazo y cuándo va a llegar la tan ansiada vacuna. Y cuánto tiempo va a durar la crisis económica y cómo se va a comportar el mercado. Nuestra actividad no es ajena a todos estos elementos y de ellos depende la continuidad de muchas de nuestras empresas. Insisto en que ahora mismo no se puedo predecir la evolución de los próximos meses, dependerá de muchos factores, pero seguramente más de una empresa se verá abocada al cierre. El turismo es una de las actividades económicas más afectadas por la crisis y un buen número de empresas de pintura en las zonas más turísticas se dedican, casi por completo, a los trabajos de pintura y mantenimiento de instalaciones hoteleras. En estas comunidades autónomas las empresas de pintura se han visto, efectivamente, más afectadas. Pero en las comunidades con un mayor índice de paro se producirá un fenómeno conocido por todos: el intrusismo profesional de personas que, al perder su empleo, utilizan la economía sumergida y los pequeños trabajos de pintura para completar sus ingresos restando así potenciales clientes a los auténticos profesionales del sector. Es imperativo que estas personas dispongan de ingresos suficientes para cubrir sus necesidades sin tener que recurrir a estas prácticas y que, a la vez, la inspección de trabajo actúe de forma contundente. En sentido contrario, y de manera un poco general, creo que aquellas comunidades en las que la crisis económica no sea tan aguda y los índices de paro no se disparen, quizás las comunidades con rentas per cápita más elevadas, sufrirán menos que las que se encuentren en una situación más desfavorecida y lo mismo ocurrirá con las empresas de aplicación de pintura. Éste es el pan nuestro de cada día. Nuestra profesión no requiere de una acreditación, un título o una formación oficial para poder ejercerla. Esto da lugar a que cualquiera pueda acceder a ella sin tener los conocimientos básicos necesarios para desarrollarla con garantías, calidad y dignidad. Es imperioso que el sector de la pintura se regularice de alguna forma para evitar este intrusismo profesional que tiene como consecuencia directa la competencia desleal así como las guerras de precios y los trabajos mal ejecutados por personas no profesionales. Y, en consecuencia, el desprestigio de nuestra profesión. Por otra parte, en todas las crisis económicas los impagos se disparan, y éste sin duda será un serio problema para todos en los próximos meses ya que se puede producir el cierre de numerosas empresas. Desde el inicio de la crisis, el Gobierno central y los autonómicos han puesto en marcha un importante paquete de medidas para tratar de reducir el impacto económico de la pandemia. Sin embargo consideramos que, aunque útiles, en algunas ocasiones estas medidas han sido escasas y sobre todo ha faltado información acerca de cómo acceder a ellas. Por último, la tramitación de las ayudas ha sido excesivamente lenta y farragosa impidiendo que muchas emMontó SÓLOPINTURA 30
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