Ponencias tener que repetir fabricaciones. Así pues, en la base sumergida del iceberg existen una sene de costes de uso menos visibles, pero que es necesario tener en cuenta. Y no solo a nivel de fabricación, pues utilizar calidades inferiores puede provocar una pérdida de clientela. Al final, pues, se trata de problemas importantes. Finalmente, están los costes que aportan valor añadido al producto: el I+D, el marketing, el servicio técnico, etc. El ponente insistió en que todos estos elementos «no implican que siempre resulte necesario comprar los pigmentos de más calidad, pero sí que el fabricante debe tener en cuenta todos aquellos elementos en los que puede repercutir el El poder de cubrición en aceite se reduce en las pinturas económicas (el -13%) y más considerablemente en las marcas blancas (-42%). Este parámetro indica que el uso de Ti02 se ha reducido considerablemente en las nuevas pinturas que han aparecido en el mercado. Viendo estos resultados, se puede concluir que la calidad de las pinturas económicas que se pueden encontrar hoy día en las tiendas es claramente inferior a las que se podían encontrar, en general, en 2011. En opinión de Tomás Tébar, esta situación se debe a que entre 2011 y 2013 se produjo una fuerte bajada de las ventas de pinturas. Eso obligó al fabricante a examinar donde está la demanda del mercado y dónde podía intensificar la venta. Entre las consecuencias de cinco años de crisis está que el profesional compra bastante menos pintura, mientras que el consumidor particular también pinta menos y además compra pinturas más baratas. El motivo es que carece de suficiente criterio para seleccionar el producto que necesita, y tiende a pensar que «entre una pintura barata y otra más cara... al fin y al cabo todo es pintura». A ello hay que sumar el incremento de costes de las materias primas, que ha provocado la entrada de materias primas de segunda calidad. En consecuencia, el fabricante ve que se le incrementa el coste de las materias primas, que vende menos y que el mercado le pide pinturas más baratas... y al final llega a la conclusión de que tiene que optar por productos de menor calidad. Materias primas En este punto, el conferenciante planteó algunas cuestiones que vale la pena tener en cuenta en relación a las materias primas. El llamado «principio del iceberg» establece que el precio de las materias primas es solo la punta que conoce todo el mundo, pero que hay otros muchos elementos que están sumergidos y que, aunque son menos evidentes, globalmente también son importantes. El ponente se refirió en concreto al dióxido de titanio, un producto de coste elevado. Señaló que cuando el fabricante compra el TÍO2 muchas veces solo atiende a su precio y no tiene en cuenta algunos parámetros importantes: La elección del dióxido de titanio tiene un coste de uso, en el sentido de cuál es su eficiencia, pues si la de un determinado pigmento es menor será necesario poner más cantidad. Además, ¿qué consistencia tiene? Si entre lotes hay una variabilidad de calidad pueden existir más problemas de calidad y de rechazos, y coste del TÍO2». También incidió en el proceso de fabricación, al recordar que «usar pigmentos de mejor calidad puede dar tiempos de dispersión más cortos y el fabricante consigue un ahorro de energía y de tiempo, así como en controles de calidad y en cantidades a mover». Otra consecuencia positiva es que con pigmentos de más calidad se requiere menos stock (porque al ser un proceso más constante y más fiable, el empresario puede confiar más en la fabricación y no necesita mantener un mayor stock de pinturas por si la fabricación no funciona). En definitiva, según el ponente «existen varias calidades de dióxido de titanio y lo que habría que conocer y valorar son las ventajas / desventajas que aporta cada una, y ser consciente de que no se puede atender solo al precio». Ya en la recta final, y en el capítulo de las conclusiones, el conferenciante destacó que la comparación de los dos estudios de mercado muestra que la crisis ha provocado que aparezcan en el mercado pinturas de peor calidad y con menor cantidad de dióxido de titanio, e incluso sin nada en absoluto, con concentraciones de cargas muy elevadas, resistencia al frote prácticamente nula y bajos poderes de cubrición. ¿A qué se puede achacar esto? En opinión de Tomás Tébar, una parte importante del problema viene de la falta de una regulación adecuada. Antes se ha definido la pintura como un vehículo y un pigmento «pero ahora se observa que hay pinturas en las que el pigmento no existe y solo hay cargas». Entonces, ¿cómo es posible que en su envase ponga que se trata de pintura blanca, cuando ninguna persona con conocimientos diría que se trata de pintura? El ponente recordó que, en su día, se estableció que solo podían considerarse yogures los productos que cumplieran ciertos requisitos. Los que no lo hacían se debían considerar simplemente «derivados lácteos». En la pintura no existe esta distinción y por eso la situación en el mercado es muy distinta: «Es un problema de normativa que provoca que, en nuestro sector, el consumidor no tenga suficiente información sobre lo que compra». El ponente explicó que en el mercado de la pintura se suma la situación que genera la crisis (que el estudio evidencia que provocó un claro aumento de la demanda de pinturas económicas desde 2011) con el problema de la falta de mecanismos que permitan al consumidor valorar las calidades de los productos. Y por lo que respecta a los fabricantes, enfrentados a un aumento del precio de las materias primas, insistió en la importancia de que «reflexionen sobre las repercusiones productivas y comerciales que puede generar, a largo plazo, adquirir materias primas de segundas calidades para ahorrar costes». Tomás Tébar finalizó su intervención resumiendo las principales conclusiones de su ponencia: Hoy en día la falta de regulación, la crisis y la falta de mecanismos para que el consumidor reciba suficiente información y pueda valorar las calidades de las pinturas que compra, son factores claves que afectan el buen funcionamiento del mercado de la pintura. Por su parte, los fabricantes no han modificado mucho la calidad de sus pinturas, y las variaciones observadas se deben probablemente a la utilización de materias primas más económicas, pero no existen grandes diferencias. Lo que sí ha ocurrido, a consecuencia de la crisis, es que han aparecido nuevas pinturas de peor calidad para poder competir en precio con la competencia y las marcas blancas, con la consecuente reducción de los precios y de las calidades de pinturas que se pueden encontrar en el mercado. De hecho, «entre estas pinturas de menor calidad se ha llegado al extremo de productos que carecen de TÍO2 y con altísimos porcentajes de carga». La reducción de la calidad de las pinturas se ha materializado tanto en la aparición de fórmulas de menor calidad como en el aumento de materias primas de segunda calidad. En este contexto, los productores tienen que considerar el coste de los ahorros en el futuro de la empresa y valorar el proceso globalmente, no solo la «punta del iceberg». SÓLO PINTURA 24
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