Potencia

113 donde primeramente se detonaron las cargas de corte lineal y, milisegundos después las zapatas, la voladura de la caldera de la CT de Anllares fue todo un éxito en cuanto a la técnica y a la seguridad operacional. Se controló el acceso a un radio de 300 metros, se protegieron los edificios a mantener en el emplazamiento, se cortó la carretera de circunvalación para evitar posibles accesos inesperados y se avisó a toda autoridad competente de la población de Anllares del Sil. De esta forma, se consigue que una estructura de más de 50 metros, difícilmente accesible con medios mecánicos, quede a una altura asequible para su demolición con máquinas de brazo largo, y la ayuda de cestas y equipos de oxicorte para su preparación y demolición. Las torres de refrigeración de CT La Robla El desmantelamiento y demolición de la central térmica de La Robla es uno de los proyectos que se está realizando actualmente por parte de Lezama Demoliciones. Situada 25 kilómetros al norte de la ciudad de León, la instalación propiedad de Naturgy posee dos grupos de potencia de 284,2 y 370,7 MW, construidos en distintas épocas y con características y geometrías distintas. Con dos torres de refrigeración, dos chimeneas y dos calderas y cerca de 36.000 m2 de superficie construida, hacían que La Robla, hasta ese momento, fuese la central con mayor potencia nunca desmantelada por la empresa. Y la potencia a veces viene de la mano de la envergadura. Sus chimeneas poseían 120 y 200 metros de altura, sus calderas 80 y 54 metros y sus torres de refrigeración con 68 metros de diámetro en la cota del suelo, las cuales se levantaban hasta los 100 metros. Así, un hecho que nunca había sucedido a nivel nacional, Lezama Demoliciones lo iba a hacer posible. Jamás se había realizado la detonación secuenciada de dos torres de refrigeración, provocando el abatimiento de ambas en el mismo instante. Para ello, fueron necesarios varios meses de preparación, segregación de los materiales y residuos de las torres y colocación de explosivos. Las torres de refrigeración se sitúan en la ribera del río Bernesga, cercano a una ladera y lejos de cualquier vial o estructura ajena a la central. Por tanto, las medidas de seguridad que se instalaron fueron el corte de la carretera circundante y la limitación del acceso en un radio de 200 metros desde cualquier punto de las torres. Se estudió las afecciones por ruidos y vibraciones en la caída de las torres instalando sismógrafos y sonómetros, las sobrepresiones aéreas y los potenciales efectos sobre las vías de tren, las cuales se encontraban a una distancia prudencial y sin afección posible. Así, se instalaron 22 piscinas de agua de 12 x 2 metros y 1 metro de profundidad, dispuestas en dos hileras con carga de cordón detonante. Tras la voladura, de manera coordinada con la misma y a través de una secuencia progresiva de disparo, el agua se pulveriza y asciende en una columna para generar una cortina de agua constante que adsorbiera la nube de polvo en la dirección hacia las vías del tren. Para la preparación de la voladura de las torres, es esencial comenzar con el desamiantado de todos los elementos que la componen internamente. En estas estructuras, comúnmente se halla amianto no friable en placas horizontales, situadas por encima de los pilares de la estructura y colocados sobre una pequeña estructura metálica. Por otra parte, se retiran también los equipos de intercambio de calor compuestos por pulverizadores y diversas conducciones. En definitiva, se deben retirar todos los elementos que pudieran provocar una interferencia en la caída de las cáscaras de las torres, pues se calcula la energía necesaria para la dislocación de las mismas gracias al efecto de la explosión y de la caída. Las perforaciones se llevaron a cabo sobre los pilares 72 pilares de la torre del Grupo I y los 64 de la torre del Grupo II y sobre ambas carcasas. Los pilares de las torres eran elementos estructurales de sección circular, con una longitud de 5 metros y sobre los cuales deben realizarse una serie perforaciones en función de la posición relativa de cada pilar respecto a la dirección de caída. Es decir, los pilares que se encuentran en la dirección de caída han de explosionar por completo, mientras que aquellos que se encuentran en la zona opuesta, solo poseerán una única carga en un único barreño en la sección inferior del pilar. En cuanto a la carcasa de las torres, el objetivo de la instalación de explosivos residía en el desmembramiento de la estructura previo al contacto con el suelo. Para instalar las cargas explosivas, era necesario realizar barreños de 30 mm de diámetro y con una profundidad variable en función de la posición Torres de refrigeración de CT La Robla.

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