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23 su gran valor estratégico e, incluso, su rol vinculado con la seguridad europea en su conjunto. No es posible la subsistencia de Europa como potencia económica y como impulsora de los derechos humanos, la lucha contra el cambio climático o la democracia a nivel mundial sin preservar su futuro, su máxima independencia y el nivel de vida de sus ciudadanos. Necesitamos producir más aquí, si es posible con materias primas minerales autóctonas, diversificar los flujos de importación aprovechar al máximo los beneficios de la economía circular y proteger nuestro medio ambiente. Una vez reconocido el avance y el interés de la iniciativa europea, y analizada en profundidad, podemos afirmar que, a pesar de todo, la propuesta se queda corta. El reglamento fija su mirada de manera exclusiva en una serie de materias primas, a las que denomina críticas o estratégicas, si tener en cuenta lo esenciales y necesarias que son todo el resto que, además, suponen el 99% de las necesarias para los objetivos que tenemos por delante. Las otras materias primas esenciales ignoradas por la propuesta (la inmensa mayoría) son la base de todas las diversas cadenas de valor industrial que integran la economía de la UE, que asimismo permitirán la consecución de los objetivos de neutralidad climática y que son la base sobre la que se construye el bienestar de los ciudadanos. La nueva propuesta reconoce a una pequeña parte de la minería como el primer paso en las cadenas de valor de la tecnología verde, cuando, en la realidad, es el conjunto de esta industria la que está en su base. Un ejemplo sencillo y muy visual es que podremos desarrollar los mejores generadores eólicos, algo con lo que todos evidentemente estamos de acuerdo, pero si no tenemos las materias primas esenciales necesarias para fabricar el hormigón que se necesita para ponerlos en pie, no tendremos nada. La Comisión Europea ha realizado una aproximación insuficiente y diría que infantil al problema. Da por garantizado el suministro de esa mayoría silenciosa de materias primas, sin ningún estudio riguroso detrás sobre la evolución temporal de las reservas mineras autorizadas en Europa. Y, por esa falta de rigor, no comprende que la tasa de reposición de estas reservas es negativa. Es decir que se está suministrando hoy a costa de menguar las reservas autorizadas del futuro, a causa de las grandes deficiencias que presenta el proceso de autorización de nuevos proyectos mineros, que pueden llegar a tardar más de una década en ser aprobados … si tienen suerte. Si deseamos, pues, que el impacto positivo de esta nueva normativa sea el máximo, se precisa, por lo tanto, trabajar a partir de las siguientes premisas: establecer objetivos cuantificables; revisar la lista de materias primas estratégicas; acelerar los procesos para la obtención de permisos; definir el marco de financiación e inversión, fijar estándares de certificación, apoyar la I+D+i, fomentar la formación, definir el marco de gobernanza y trabajar en la aceptación social de una industria que es la base de todo. Le pese a quien le pese, sin minería no hay nada. Nuestra civilización no existiría. La precaria posición en la que se encuentra Europa hoy en día es el resultado de una política errónea y miope en los últimos 40 años, de un diseño incompleto y poco holístico de su política industrial y de la falta de atención hacia la necesidad de materias primas minerales. Para colmar las lagunas en las cadenas de suministro estratégicas de Europa se requiere una política conjunta de materias primas minerales. Algo que, hasta la fecha de hoy, no existe. Debemos actuar ahora. Este es el momento. l

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