4 Editorial Vuelve la inversión a las carreteras El pasado mes de abril se celebraba el 30º aniversario de la inauguración de la Alta Velocidad en nuestro país. En 1992, el AVE realizaba el primer viaje entre Madrid y Sevilla, siendo el origen de un desarrollo de las infraestructuras de ferrocarril como nunca antes había visto el país. Durante aquella y la siguiente década, las carreteras del país también experimentaron un importante impulso. Sin obviar el importante peso de los fondos de cohesión europeos para su desarrollo, España desarrolló su red hasta convertirse en el segundo país de Europa en kilómetros de carreteras y el primero con mayor longitud de vías de alta capacidad; en 1990, la red contaba con 4.976 kilómetros de autopistas y autovías. Hoy se triplica esa distancia. La crisis de 2008 se llevó por delante la práctica totalidad de la inversión pública que hasta entonces había modernizado las infraestructuras del país hasta situarlo en la vanguardia mundial. Todos los sectores de actividad vieron drásticamente reducida su inversión, tanto pública como privada, y las menguadas partidas de los PGE destinadas a infraestructuras tuvieron como destino en su gran mayoría el desarrollo de la alta velocidad por ferrocarril. Desde el comienzo de aquella crisis, la falta de inversión en carreteras no solo supuso un frenazo en la construcción de nuevas vías terrestres, fundamentales para la cohesión territorial del país, sino que las ya existentes vieron reducido a la nada la inversión en su conservación. Desde asociaciones sectoriales como la Asociación Española de la Carretera (AEC), Asociación de Empresas de Conservación y Explotación de Infraestructuras (ACEX) o la Asociación Española de Fabricantes de Mezclas Asfálticas (ASEFMA) llevan años alertando de esta falta de conservación en carreteras, del peligro que supone para sus usuarios debido al deterioro y del déficit e inversión acumulado, que ya se sitúa en el entorno de los 8.000 millones de euros. A finales de 2021, el secretario general de Infraestructuras del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma), Sergio Vázquez Torrón, aseguraba que el Gobierno había “presentado para 2022 los presupuestos para conservación de carreteras más altos de la historia”. Si bien esta afirmación tiene su parte de letra pequeña, lo cierto es que el presupuesto para conservación ha alcanzado su máximo histórico, con 1.371 millones de euros –incluyendo 200 millones destinados al pago de la financiación y el acondicionamiento de autovías de primera generación-, superando los 1.330 millones del año 2009. A pesar de que, según ACEX, la inversión necesaria efectiva en la Red de Carreteras del Estado debería ser 1.500 millones de euros, la valoración que se hace desde el sector es positiva, con la advertencia de que las inversiones en conservación y mantenimiento de las carreteras en las Comunidades Autónomas no siguen esta línea, salvo excepciones. Se trata de un hecho especialmente relevante, teniendo en cuenta que las CCAA son las responsables de la titularidad de las vías que presentan mayores problemas, las carreteras convencionales. El siguiente paso para la consolidación de estos brotes verdes es que esta inversión no se quede en algo puntual y sea algo sistemático. Es labor del Gobierno abrir el debate de cómo encontrar la financiación para ello.
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