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4 Editorial Demostración de resiliencia Hace un año, los presagios por la crisis derivada de la pandemia de Covid-19 auguraban un daño en el sector de los que hacen mella. Si no tanta como la de la crisis pasada, el ánimo era el de que cuando aún no habíamos terminado de levantarnos de la durísima crisis de la década pasada, la pandemia resultaría catastrófica para la industria de la construcción. Un año después del estallido de la pandemia, lejos de haberse cumplido la catástrofe profetizada, el clima es de relativo optimismo. No debemos llevarnos a engaño: al margen del terrible impacto en la salud de muchas personas, son muchas las empresas y negocios que se han visto arrastrados por esta situación. Pero el sector que nos ocupa ha dado muestras de una fortaleza que, por un lado, prueba que las cosas se han hecho bien últimamente y, por otro, nos permite tomar lecciones para el futuro. Hablando con empresas del sector, podemos generalizar que su año 2020 terminó bien, más si tenemos en cuenta que en marzo todos los sectores no esenciales, incluido el de la construcción, se vieron obligados a cesar su actividad. “Mejor de lo esperado” es una coletilla que se repite ante cada pregunta sobre la situación del negocio, y las perspectivas para lo que resta de año son bastante positivas. No solo los distribuidores de maquinaria han conseguido mantener unos niveles de actividad más que aceptables. Los fabricantes, lejos de esperar tiempos más tranquilos y propicios, han ofrecido un ritmo de lanzamientos en los últimos meses realmente elevado. Las innovaciones tecnológicas y la apuesta por maquinaria cada vez más limpia, ya sea con motores Fase V o con soluciones híbridas y eléctricas, han sido una constante en el último año. Una vez hecho el balance de daños, el horizonte resulta esperanzador. No solo porque, como estamos viendo, el sector ha resistido mucho mejor de lo esperado las embestidas de esta terrible pandemia. También, porque se están sentando las bases para un futuro más limpio y digital, que aporte valor añadido e innovación a nuestra industria en general y a la construcción e infraestructuras en particular. No obstante, la digitalización y la transición energética son los dos grandes pilares en los que la Unión Europea asienta ese fondo histórico de 70.000 millones en ayudas directas y otros 70.000 millones en préstamos para hacer frente a la crisis del Covid. La oportunidad de modernizar nuestra economía la tenemos encima de la mesa. El machacado mantra de que las crisis ofrecen oportunidades tiene algo de cierto en esta ocasión. Tras haber hecho los deberes correctamente, desde las inversiones razonadas e inteligentes hasta la capacidad de continuar con su actividad sin comprometer la salud de empleados ni clientes, ahora las empresas del sector esperan que la Administración ofrezca la misma diligencia en la gestión de estos fondos. No podemos permitirnos otro Plan E.

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