Pero, ¿qué es el blockchain? La tecnología blockchain no solo es una base de datos, sino que incluye un conjunto de tecnologías que permiten la transferencia de un valor o activo de un lugar a otro, sin intervención de terceros. En este sentido la tecnología blockchain propone un nuevo modelo en el que la autenticidad no la verifica un tercero, sino la red de nodos (computadoras conectadas a la red) que participa en blockchain. Por eso ninguna transferencia de valor (sea dinero o cualquier otro activo que tenga algún tipo de valor) se efectúa mediante intermediarios, sino mediante el consenso, permitiendo en todo momento almacenar la información de forma transparente. Una vez introducida, la información no puede ser eliminada, solo se puede añadir nueva información dado que los bloques están conectados entre sí mediante un cifrado criptográfico. Por tanto, modificar datos de un bloque anterior resulta imposible, ya que para ello se tendría que modificar la información de los bloques anteriores. ¿Y la tokenización? La tokenización no es otra cosa sino la digitalización del valor de un bien, representándolo en forma de token. Así, un token recoge algunas de las propiedades de una acción en una empresa y da derecho económico sobre el bien tokenizado. Pero, además, este token es fácilmente almacenable y transferible, lo que le otorga una gran operatividad (se puede vender en cuestión de segundos a cualquier persona, a escala mundial y, de momento, sin papeleo). Como hemos señalado antes, las transacciones que se hagan con él son inmutables y completamente trazables al estar registradas en una blockchain pública. ¿Qué son los NFT? Una vez conocemos qué son los token debemos saber que, aunque tienen una estrecha relación, a nivel tecnológico, con la criptomonedas, en realidad son conceptos opuestos, ya que un bitcoin es un bien fungible y un NFT es un bien no fungible. Para entenderlo bien podemos pensar en las criptomonedas como en una reserva de valor, como el oro. Se puede comprar y vender oro y, cuando el número de compradores aumenta, sube su precio, para bajar en el momento en el que disminuyen los compradores. Es parecido a lo que pasa con las criptomonedas. Pero, al fin y al cabo, el oro es oro, y una pepita se puede cambiar por otra sin problemas -siempre que tengan los mismos quilates, claro-. En cambio, hay otros bienes hechos de oro, como las joyas, etc., que también tienen valor pero son únicos, y esto es lo que marca la diferencia. De este modo los NFT se pueden comparar con aquella pieza única de oro o con aquella obra de arte inigualable, dado que son activos únicos que no se pueden modificar ni intercambiar por otro que tanga el mismo valor.
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