Desde el inicio de la crisis, el mercado de la instalación de pavimentos ligeros en Madrid se ha reducido en torno a un 70%; sólo en el último año ha registrado una caída del 10%. En este escenario, han cerrado en esta comunidad autónoma más de cuarenta empresas en los últimos siete años. Quienes todavía existen conviven con un alto índice de impagados, falta de crédito y escasez de obra pública, con un elevado nivel de endeudamiento y estrechos márgenes que no cubren sus costes operativos. Las retenciones de obra son cotidianas: son créditos eternos sin resolver, que también se pueden catalogar como impagados. Ante esta situación, las alternativas y soluciones adoptadas por las empresas madrileñas de la instalación de pavimentos ligeros pasan por reducir sus estructuras y el crédito, y por practicar de forma asidua el factoring (anticipos sobre crédito a cobrar por prestación de servicios o realización de obras a las constructoras que facilitan los bancos al instalador mediante esta fórmula); algo que no se consigue fácilmente. Con todo, la generalidad de las empresas operativas en el sector ha asistido a sensibles disminuciones de sus márgenes. Como asignaturas pendientes y anhelos del sector, a títulos normativo, técnico y corporativo, sobresale el deseado cumplimiento de la Ley de Morosidad: el pago a 60 días tras la terminación de los trabajos o la recepción de las mercancías. El sector persevera en su lucha contra el intrusismo profesional, y continúa peleando para disminuir en la medida de lo posible la burocracia de cara a los clientes, y el aumento de crédito de las aseguradoras. Actualmente, el sector madrileño de instalación de pavimentos ligeros capta una demanda raquítica, en un mercado que todavía está en recesión y donde es muy reducida la inversión pública. Los instaladores operan sin líneas de crédito, con lo cual financian ellos mismos las dilatadas condiciones de pago que ofrecen las constructoras «Las asociaciones sectoriales como ASPREL deberían de jugar un papel importante a la hora de revertir esta realidad, para tratar de limar los problemas y ofrecer ventajas al colectivo, pero las empresas se encuentran muy debilitadas debido a la disminución de clientes y de actividad, con lo cual la influencia y peso de su Asociación en estos momentos es poco relevante», afirma Agustín Matamoros, miembro de la Junta Directiva de ASPREL y gran conocedor del mercado de los pavimentos ligeros. Los vinílicos autoportantes (los que no están pegados con adhesivos) son los pavimentos ligeros predominantes en el mercado actual. Asimismo, el LVT se abre paso en escena. Es un pavimento vinílico en baldosas, de altas prestaciones, en cuya superficie intenta imitar a la piedra, madera o el granito natural. Por otra parte, existe un segmento muy competitivo en el campo de los suelos vinílicos o de PVC; un revestimiento plástico continuo, que se suministra en rollo, de fácil limpieza y buena resistencia a la abrasión. Los precios de estos pavimentos ya instalados se hallan entre los 30 y los 50 euros por metro cuadrado. «En Madrid han quedado operativos los instaladores de toda la vida, al tratarse de una aplicación artesanal -señala Agustín Matamoros-. Adolecen de una falta de herramientas idóneas, y su nivel profesional es mejorable. Los instaladores se segmentan por productos, sintiendo en su propia piel la falta de trabajo y la reducción de precios y márgenes». Lamentablemente, las perspectivas de futuro del sector de la instalación de pavimentos ligeros en Madrid no son halagüeñas. «No observamos una posibilidad de cambios en los próximos tres años, anta la debilidad o nula actividad de la inversión pública que, sólo en una pequeña parte, queda compensada por el mercado privado», concluye el portavoz de ASPREL. Desparecerán instaladores por jubilación, y no hay relevo. El papel del de los fabricantes antes esta nueva situación, seguramente, se orientará hacia el incremento de la venta directa a las constructoras. Los problemas que registra ASPREL son trasladables a APISMA (Asociación Provincial de Instaladores de Suelos de Madera de Madrid), con la particularidad de que la caída en las ventas en su caso es algo mayor, porque sus instaladores dirigen su actividad a la vivienda, mientras que las de ASPREL están enfocadas fundamentalmente a la obra pública (hospitales, centros de salud, edificios públicos, pabellones deportivos, etc.), y en el ámbito privado a los grandes centros comerciales, residencias de la tercera edad... La crisis se ha llevado por delante a numerosas empresas que estaban integradas en APISMA. Se puede observar que han desaparecido la mayoría, al producirse el hundimiento de la construcción, y no lograr derivar su actividad a la rehabilitación o a las pequeñas instalaciones domiciliarias, al tratarse de empresas de un tamaño considerable. Se trata de un sector que en estos momentos vive una reconversión, para tratar de afrontar la nueva situación. Fuentes: ASPREL (Asociación Empresarial de Pavimentos y Revestimientos Ligeros). APISMA (Asociación Provincial de Instaladores de Suelos de Madera de Madrid)
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