o es oro todo lo que reluce. Si bien durante años se ha promocionado el tándem calefacción radiante y parquet, algunas consideraciones deberían ser como mínimo objeto de estudio antes de tomar una decisión de compra. La primera es que cuando se construye una nueva vivienda el arquitecto puede proyectar un sistema de calefacción radiante combinado con un suelo de madera. En ese caso, la potencia del calentador estará dimensionada al tamaño de la vivienda, la longitud total de tuberías y la resistencia térmica por encima de los tubos, que es principalmente el pavimento instalado pues la resistencia térmica del forjado y de las tuberías es casi despreciable. A priori es una buena decisión. Pero... ¿y si en el proyecto inicial no se contempló la instalación de parquet? Pues en ese caso sucedería que si en el futuro el propietario quiere instalar parquet el sistema de calefacción resultaría ineficiente pues no se habría dimensionado originalmente con la nueva resistencia térmica que aportaría el pavimento instalado a posteriori sobre el pavimento existente. Con lo cual, la recomendación estricta sería NO INSTALAR otro pavimento encima del actual, desechando la instalación de un nuevo parquet para evitar que se anule parcialmente el sistema de calefacción. Este hecho reduce el mercado de viviendas donde instalar parquet. De hecho, incluso si se instala parquet en el primer proyecto o diseño el hecho de que haya calefacción descarta la posibilidad de colocar alfombras encima del parquet por la resistencia térmica que de nuevo suponen. Alfombras que, en muchos casos, la gente acostumbra a poner en la zona que ocupa la mesa del comedor o en la entrada para impedir un desgaste acelerado de estos espacios más sensibles. Punto negativo otra vez al acortar la vida útil o, como mínimo, acelerar el mantenimiento del suelo de madera por la falta de posibles protecciones. Luego está el tema de la compatibilidad de algunos parquets con la calefacción radiante. La norma UNE EN-56810, que es la normativa general de instalación de parquet, explicita que no se deben utilizar maderas nerviosas en conjunción con este sistema de calefacción. Recordemos que las maderas nerviosas son aquéllas en las que los cambios de humedad y temperatura tienen una mayor repercusión en sus dimensiones por ser menos estables dimensionalmente, refiriéndonos tanto a las dilataciones y contracciones como a las deformaciones de las tablas. Son maderas más sensibles a posibles cambios ambientales. Así, especies como la sucupira, el haya o la jatoba no son compatibles a priori con sistemas de calefacción radiante. Siendo, sin embargo, perfectamente válidas con sistemas de calefacción por aire o radiadores convencionales pues no hay ninguna norma que las desaconseje en estos casos. Tampoco serán compatibles los entarimados colocados sobre rastreles pues una premisa de la calefacción radiante es que el calor subirá por radiación y no por convección de aire caliente. Con lo cual una tarima con rastreles y cámara de aire inferior no será nunca compatible con este tipo de calefacción, resultando así todavía más limitada la oferta de posibles parquets que se puedan instalar con garantía. En cuanto a la eficiencia, hay muchas teorías al respecto. Si bien la madera cuesta más de calentar que otros pavimentos como la cerámica o el mármol, tiene mayor inercia térmica. Esto quiere decir que tardará más en alcanzar la temperatura de confort pero que, una vez alcanzada, la mantendrá más tiempo siendo un tanto a favor este aspecto en el consumo. Pero este hecho no es tan conocido entre el público general e, inevitablemente, conducirá a que su desconocimiento provoque un descenso en la demanda de suelos de madera cuando el consumidor tenga pensado colocar un sistema de calefacción radiante. A este respecto, cabría promocionar estudios de compatibilidad y eficiencia para que sean dados a conocer entre promotores y prescriptores. Unos estudios que, a día de hoy, casi nadie Biofloor
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