ENTREVISTA 89 El resto de cambios en la estructura de consumo, al menos la mayoría, creo que son coyunturales. A medida que evolucione la situación de la pandemia, que nos sintamos más seguros de no contagiarnos, veremos un retorno a las antiguas prácticas de consumo. Hemos visto que con la relajación de las restricciones se ha vivido un estallido de euforia como cuando han finalizado otras grandes crisis. Hay otra corriente de pensamiento que cree que habrá una reducción del consumo. Que los individuos se han dado cuenta de que se puede vivir con menos y que no hace falta volver al hiperconsumo. Que hemos de frenar, ¿CÓMO DEFINE AL CONSUMIDOR CONSCIENTE? Al preguntar a Sergio Rodríguez, autor del libro ‘Consumidor Consciente’, detalla que “el consumidor consciente es un ser polifacético con una vida compleja y a menudo acelerada. Todas estas ‘caras’, que pueden coexistir en su día a día, afectan a sus decisiones, también a lo que consume y cómo lo hace”. A lo que añade: “Es un individuo que sabe y que conoce su poder de influencia y de la huella que deja. Y son cada vez más avezados en el conocimiento de las técnicas de marketing y comunicación. Tu eres un consumidor consciente. Lo eres, quizás no eres ‘consciente’ de ello, pero la nueva realidad es la de individuos empoderados y ‘formados’”. Si tuviera que resumir en una frase cómo ha variado el comportamiento del consumidor, me atrevería a decir que el de ahora tiene un mayor acceso a información y por tanto de elección. ¿Cómo considera que ha afectado la pandemia a los hábitos de compra? La pandemia llegó sin previo aviso, de repente el mundo se tornó Indoor. Nos sentimos expuestos, vulnerables e incrédulos. Por lo pronto, la crisis sanitaria alteró nuestra vivencia de la célebre pirámide de Maslow. Niveles plenamente alcanzados en occidente se vieron comprometidos. Las necesidades más básicas se percibían en riesgo. Esto se tradujo, en los primeros días de confinamiento, en un nerviosismo latente que se materializó en que los lineales de los supermercados se quedasen vacíos de productos de alimentación y de papel higiénico por las compras compulsivas. Una vez cubiertos los básicos, en los primeros días de confinamiento, pasamos a un consumo más hedónico. Necesitábamos darnos un capricho, un homenaje o un respiro. Se experimentó un crecimiento muy llamativo de la ingesta de productos como las aceitunas (+93,82%), las patatas fritas (+87,13%), el chocolate (+79,04%), el helado (+76,19%) o las anchoas (+60%). Había que llenar las horas y el DIY (Do It Yourself) se estableció con fuerza en los hogares disparando la vena cocinera de sus miembros. La búsqueda de recetas en la red se multiplicó. El mercado de la belleza se contrajo, especialmente en los productos que eran ocultos por la mascarilla, la mirada cobró protagonismo y el maquillaje de ojos y pestañas pasaron a ser el segmento más importante de la categoría durante el 2020. En los canales de compra cobró relevancia la cercanía, en aquellos días las cadenas de supermercados con una red más extensa vieron crecer sus ventas. El comercio electrónico experimentó un crecimiento sin parangón tanto en frecuencia de uso como en ticket medio de compra. De todos los cambios vividos este último, la importancia del canal digital, parece el llamado a perpetuarse. Se han vencido miedos y se ha convencido a muchos de las ventajas de las compras online.
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