PK159 - Puericultura Market 159
NUESTROS ESPECIALISTAS 77 todos, hemos hecho de todo para entretener a nuestros hijos confinados. He hecho de profesora, he repasado los clásicos del cine infantil y recuperado los juegos de mesa. De repente, nos hemos dado cuenta del poco tiempo li- bre que tenemos y de que no necesitábamos mucho más que la seguridad de nuestro hogar y tener alimentos en el armario. Hemos vuelto a valorar lo cotidiano y algu - nos hemos vuelto a cuestionar nuestra escala de valores, dándonos cuenta de la importancia de la salud y agrade- cer que estemos sanos. Debo reconocer también que, durante casi un mes, apenas salí de casa y me causaba cierto miedo hacerlo. Esa sensación se juntaba con la tristeza de salir a la calle y ver todos los comercios cerrados: mi pueblo en silencio, como ausente de repente, y me ponía los pelos de punta cada vez que pasaba y veía todas las persianas bajadas y las luces apagadas. Quizá ha sido una de las partes -di- gamos- “buenas” de toda esta historia: creo que la gente sintió lo mismo que yo y se dio cuenta de lo que sería nuestro entorno sin los comercios; así como de la vida que dan y, al menos, todo ello ha dado qué pensar. Un regreso con muchas medidas Durante losmeses de confinamiento no compré absolu - tamente nada que no fuese alimentación, y ahorré lo que normalmente hubiese gastado para que, cuando abrieran las tiendas de mi entorno, comprar allí lo que necesitara, y ha sido una sensación maravillosa. Nunca imaginé que ir a comprar el pan sería el plan perfecto del día, que iba a echar tanto de menos a mis vecinos de comercio, a los clientes, al bullicio... a lo cotidiano de la vida. Dos meses después de tener la tienda cerrada, con gé- nero recién llegado todavía sin sacar de sus cajas, por fin pudimos subir de nuevo la persiana. Con muchos nervios y las medidas de adaptación adecuadas en el local, se formaron colas en la puerta… Adapté la tienda, eliminan- do algunos objetos y creando un pequeño recorrido de puntos azules para visualizar las distancias a respetar; te- nemos establecido un horario preferente de 10 a 11 para mayores de 65 y grupos de riesgo; atendemos de dos en dos y realizamos una limpieza y regeneración de aire con cada cliente. También instalamos una gran pantalla, sus- pendida en el mostrador, y tenemos pantallas portátiles para estar por la tienda, mascarillas, gel desinfectante y guantes para los clientes. Ha sido un esfuerzo no solo económico, aunque también, ya que tenemos que reali- zar más desinfecciones durante el día, aunque la verdad es que son rituales que ya hacíamos anteriormente, y ahora en mayor medida. Las prendas textiles, cada vez que se prueban, se desinfectan y ponen en cuarentena; hemos suspendido el servicio de préstamos de portabe- bés y otros utensilios; disponemos de entrega a domicilio, opción de financiación para las familias... Todo este es - fuerzo merece la pena para poder luchar contra este vi- rus y garantizar a mis clientes la tranquilidad de comprar en un sitio seguro. En lo referente a puericultura, todo se retrasó: la fábrica del mundo cerró y nos dimos cuenta de la dependencia del gigante asiático. Los lanzamientos que se esperaban en primavera llegarán en septiembre, y perderemos la época fuerte de ventas. Nuestros proveedores no tienen a veces el género que pedimos y ello ha hecho a su vez que el minorista pierda ventas. Lo contrario ha pasado con el mercado nacional, que creo que va a salir reforza- do de esta crisis. Los fabricantes nacionales con los que trabajo se han adaptado y han respondido arrimando el hombro y enviando el género con normalidad, aplicando algún descuento, retrasando giros… ¡Esto ha sido un ali- vio! Así que al igual que con las mascarillas, deberíamos pensar más en el consumo local y dar valor al mercado que tenemos. Vuelta a la normalidad llena de emociones El día que por fin abrí, debo reconocer que me emocio - né. Fue un día agotador, y sin duda el mejor en estos casi diez años de recorrido, lleno de nervios por el regreso y con la sensación de emoción al ver a esos clientes que se quedaron congelados en el tiempo, a esos bebés que nacieron en pleno confinamiento y por conocer a nuevas parejas que serían padres próximamente. Ahora que ha pasado más de un mes de todo ello, hago balance y veo que ha sido muy duro, que tengo que agradecer a las casas que aplazaron sus recibos, a los clientes que nos esperaron para comprar, que tuvieron la paciencia de es- perar a la tan ansiada normalidad, sin prisas. Nos espera un año duro y seguiremos tomando precauciones para intentar, entre todos, parar este virus que nos ha trasto- cado la vida. n Beatriz Colina Gerente de Amatxu Denda (Bermeo, Vizcaya)
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