TRIBUNA OPINIÓN 86 Es un sector mayoritariamente femenino, con un 86,2% de mujeres, según el último observatorio de peluquería, que ha contribuido a crear una sociedad más igualitaria, justa y amable. La peluquería ha evolucionado desde sus raíces higiénicas, donde las mujeres se lavaban el cabello en salones de belleza una vez a la semana y los hombres arreglaban sus barbas y se afeitaban a diario. Hoy, la peluquería es moda con mayúsculas. Representa cómo las personas se ven ante los demás y ante sí mismas. Es la manifestación de lo que queremos ser y, a menudo, sin los medios necesarios, nuestro peluquero o peluquera lo hace posible, permitiéndonos parecernos a ese personaje que nos aporta tranquilidad, seguridad y serenidad a través de nuestra imagen. La peluquería va más allá de la higiene, es la interpretación de una forma de ser, de vivir, de trabajar y de relacionarnos con el mundo. No es efímera como un traje que nos ponemos y nos quitamos a diario, ni un maquillaje que desaparece cada noche. La peluquería es nuestro estilo y permanece cuando nos levantamos, construimos nuestra vida diaria y nos vamos a dormir. Es el sello de nuestra identidad. Sus formas, colores, estilos y tratamientos hacen de la peluquería una profesión única, donde el peluquero o la peluquera fusiona sus conocimientos, habilidades y vocación para hacernos sentir mejor. La peluquería es diferente y lo afirmo con orgullo. Sus profesionales están en peligro de extinción. Son sensibles y trabajadores, vocacionales, con un afán de superación diario que es difícil de encontrar en otros trabajos. La peluquería es sensible y humana. Es la reinterpretación de un mundo mejor en el que las personas vuelven a ser personas, reinventándose a sí mismas cada día al abrir sus salones, siempre con la satisfacción de un trabajo bien hecho. Si este artículo ha caído en tus manos y lo has leído, espero que hayas aprendido a interpretar la peluquería de una manera más cercana a su realidad y que aprendas a valorar esa cara amable que te recibe en su salón. Comprende que su trabajo tiene un valor que deberíamos pagar en consonancia con lo que tu peluquero te ha ofrecido, tú imagen, tú estado de ánimo, tú sello personal y tú presencia. n
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