OV27 - Tierras Ovino

nº 27- pág 68 tierras OVINO] 2019 así las cargas sociales del trabajo familiar suponen el 4% de los costes totales, la sanidad el 3,2% y los costes reproductivos (tratamientos hormonales y ecografías) el 1,1%. Como ya se ha indicado, no hemos considerado el coste de depreciación de las instalaciones y utillaje. A modo de ejemplo, el Ministerio de Agricultura, utilizando una muestra de 100 explotaciones ovinas de carne, lo valoró en 5,29 € por oveja en el año 2016 (MAPA, 2019). Si analizamos ahora el coste total de alimentación, la comprada para animales reproductores y aportada a pesebre supuso 26,39 €/oveja en 2018, y puede descomponerse en alimentos integrales secos (68%), concentrados (15%), forrajes diversos (6%), paja (6%), corrector (4%) y subproductos procedentes de la industria agroalimentaria (1%). Le sigue en importancia los piensos comprados para corderos, 23,12 €, y los reempleos aportados a pesebre, 15,43 €, compuestos por forrajes (64%), concentrados (21%) y paja (15%). A esto hay que sumar el aprovechamiento de recursos propios y arrendados mediante pastoreo, que suponen 5,44 y 5,07 €, respectivamente. Los mayores costes totales por oveja de la serie temporal estudiada fueron los de 2012, debido a su mayor coste de alimentación (ese año coincidió la sequía con el incremento del precio de los alimentos), y en cuanto a su evolución, podemos decir que muestran una tendencia al alza en los últimos años al incrementarse el coste de la mano de obra asalariada y el de alimentación, fundamentalmente la comprada. (Figura 1) Aparte de las condiciones climatológicas y el aumento del precio de los alimentos, el incremento del coste de alimentación comprada va ligado a un mayor periodo de estabulación de los animales, como consecuencia de la mayor intensificación reproductiva y desestacionalización de la producción (Veysset et al., 2014), una menor disponibilidad de mano de obra para el pastoreo, y a la necesidad de simplificar la organización del trabajo y de mejorar la calidad de vida de los ganaderos (Perrot et al., 2005). Para mejorar la rentabilidad de las explotaciones es fundamental trabajar en la optimización del coste de alimentación y de la mano de obra de las explotaciones como costes más importantes (Pardos et al., 2017), existiendo una posibilidad real de mejora en ambos aspectos. Tabla 3. Clasificación de las explotaciones en función de los resultados económicos por UTA familiar. Para dar una idea de la importancia del coste de alimentación, basta decir que a ésta se destinó el 78,7% de los ingresos procedentes de la venta de corderos en 2018. Por tanto, trabajar en su optimización es sin duda un factor fundamental para mejorar la rentabilidad obtenida, aprovechando al máximo la disponibilidad de pastos naturales, implantando cultivos forrajeros y praderas, complementando a los animales a pesebre sólo cuando sea necesario y en periodos productivos, identificando y eliminando a los animales improductivos, reduciendo los periodos improductivos del rebaño, etc. A modo de ejemplo, hemos clasificado anualmente las ganaderías de la muestra en función de sus resultados económicos por unidad de trabajo familiar, y presentamos estos datos (Tabla 3) separando las explotaciones que consiguen cada año lo mejores resultados económicos (25% de cabeza) y los peores (25% de cola). Aparte del mayor número de corderos vendidos por oveja en las ganaderías que obtienen los mejores resultados económicos, vemos como

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