22 será necesario disponer de una capacidad de producción considerable de hidrógeno verde y desarrollar redes de distribución. Además, los procesos de producción de hidrógeno verde necesitan un mayor desarrollo industrial para ser rentables. Por otra parte, al igual que sucede con la electricidad, no es práctico llevar una máquina a una instalación de recarga de vehículos, por lo que el hidrógeno debería suministrarse en el lugar de trabajo donde funcione la máquina. En lo que respecta al almacenamiento, el reabastecimiento de hidrógeno se puede lograr en un tiempo similar al llenado de un tanque de gasóleo. No obstante, los tanques de hidrógeno gaseoso funcionan generalmente a 350-700 bar, lo que requiere adoptar medidas de seguridad adicionales y disponer de un tanque de combustible de alrededor de ocho veces el volumen de almacenamiento para la misma cantidad de energía almacenada en el gasóleo. Los biocombustibles y los combustibles sintéticos ofrecen una buena oportunidad para poder descarbonizar el parque de maquinaria en uso, ya que está tecnología podría implantarse más rápidamente al poderse utilizar la infraestructura existente de almacenamiento y distribución de combustible. Sin embargo, en el caso de los biocombustibles, para que fuera sostenible, la producción tendría que provenir del uso de desechos y residuos de biomasa y/o del cultivo de cultivos energéticos específicos. En el caso de los combustibles sintéticos, el reto recae en mejorar el desarrollo de los procesos de producción para que resulten rentables. Los fabricantes están comprometidos con las reducciones de las emisiones de carbono, invirtiendo en el desarrollo de nuevas máquinas electrificadas y alimentadas con hidrógeno. Sin embargo, aunque comienza a haber equipos eléctricos disponibles en el mercado que conviven con máquinas limpias que consumen gasóleo, su número y variedad todavía es muy reducido, limitándose técnica y económicamente a equipos por debajo de las 15-20 toneladas para un uso predominante en entornos urbanos. Para máquinas por encima de estos pesos, el coste de los equipos eléctricos se encarecería hasta 10 veces lo que cuesta su equipo equivalente de gasóleo, por lo que se está trabajando en máquinas alimentadas por hidrógeno, pero todavía en una fase experimental. En consecuencia, en estos momentos no sería viable plantear un plan renove que se aplicará exclusivamente a la renovación o adecuación de la maquinaria móvil de construcción en uso con otra maquinaria que utilice combustibles alternativos como el hidrógeno o la electricidad. Sería más acertado, plantear un plan renove que se centrara en renovar aquellas máquinas antiguas más contaminantes por unidades nuevas más eficientes en el consumo de combustible y, por tanto, con menores emisiones de carbono. CONCLUSIONES Para poder afrontar con garantías los proyectos de construcción que tenemos por delante, necesitamos disponer de un plan nacional que impulse la renovación y la modernización del parque de maquinaria móvil de las empresas. Un plan que incentive mediante la concesión de ayudas o incentivos fiscales la sustitución de máquinas antiguas por nuevos modelos más tecnológicamente avanzados, limpios, eficientes energéticamente y seguros, como ya se está realizando en otros sectores industriales y países. Mediante la renovación de las máquinas con una antigüedad mínima de 10 años se estima una reducción importante de las emisiones de CO2, NOx y partículas, así como de consumo de combustible. Teniendo esto en cuenta, y como el parque seguirá envejeciendo sin remedio, consideramos necesario establecer unas ayudas duraderas en el tiempo, con una dotación económica suficiente, y que realmente permitan acelerar el ritmo de sustitución: se adquiere una máquina nueva y se achatarra una máquina de más de 10 años. Si queremos que se produzca una renovación efectiva del parque de maquinaria móvil de España de aquí a 2030 con el fin de reducir las emisiones de carbono del sector, las ayudas a la compra podrían incentivar, pero nunca limitarse a máquinas eléctricas o impulsadas por hidrógeno. Estas tecnologías tienen que seguir avanzando en la próxima década para garantizar que estos vectores energéticos sean suministrados a las obras de forma segura, continua, económicamente competitiva y libre de emisiones de CO2. n
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