98 GLASS FORUM siciones de productos transformados son cada vez más complejas, para ofrecer unas prestaciones más altas y por su propia fabricación, su coste también es más alto, algo que repercute en el cliente final, con lo que su exigencia de calidad es superior a la de un producto estándar. Cuando se produce una alteración en la calidad del resultado final por un no defecto del vidrio, el cliente, en la mayoría de los casos no lo admite y quien asume las culpas es el transformador. Para Miquel Pujulà, el problema es una consecuencia “de una falta de información y de formación al cliente final. Si nuestro cliente no es capaz de argumentar al cliente final que es un no defecto aceptable por las tolerancias, en el fondo también es un problema nuestro. Debemos darle la formación necesaria para saber defender con argumentos cuando se produce un problema así”. Así lo cree también Antonio Picó: “Nuestro cliente lo puede entender, pero el cliente final, no. Asumir el pago es difícil. Quizás debería cambiar la norma o contar con un certificado de final de obra. Las empresas pierden mucho con esos pequeños no defectos regulados por normativa, que no afectan solo al cliente final sino también a nuestro cliente”. Sin embargo, Raimundo García Figueras considera que “no hay solución, porque vivimos en un mundo donde todo es perfecto y el cliente está en su derecho de tener un producto también perfecto. Las normas de defectos también están algo anticuadas. Al final, cuando transformamos un vidrio estamos vendiendo experiencias. Solo veo una solución: tragar con ello, adaptarlo y, sabiendo que vendemos experiencias, subir el precio”. Carlos Ramos explicó que unos años atrás “se actualizó un documento de tolerancias donde se recogían este tipo de incidencias. Esto es lo que tenemos que imponer en el sector. Tenemos las herramientas y los medios, pero nos encontramos con dos tipos de cliente, el que entiende el problema de las tolerancias y el que no quiere hacerlo. El primero es el industrial que conoce lo que es un proceso fabril; pero también está el que quiere una tolerancia cero, y eso es imposible en un proceso industrial”. Para zanjar esta cuestión, Ernesto Jaimes admitió que “la normativa está y hay que cumplirla, otra cuestión es si hay que actualizarla. Lo que no se puede permitir es que al finalizar un proyecto el cliente diga que las tolerancias son diferentes a las reguladas por la normativa. Quizás para proyectos determinados, el cliente quiera otros valores de tolerancia, pero si es así se debe notificar al iniciar el proyecto, en el momento de presupuestar. Si se exigen unas tolerancias precisas, el proceso de fabricación, de una manera u otra, cambiará, influyen muchos factores. Lo ideal es establecer todo esto al inicio del proyecto”. LA EVOLUCIÓN DEL PRODUCTO TRANSFORMADO El bloque final de la mesa redonda se centró en definir cuál era la evolución del sector de la transformación en España. En un primer término, se pidió a los ponentes cuál era la percepción del producto transformado español desde los mercados internacionales. Raimundo García argumentó que los transformadores de España “tienen un absoluto reconocimiento fuera, con una cuota de mercado importante en Francia, Estados Unidos o Reino Unido. Es una muestra de mercados con vidrios muy técnicos, donde los vidrios transformados españoles triunfan. La percepción es muy buena”. Carlos Ramos fue del mismo parecer: “estamos muy bien vistos en el mercado exterior y nuestro trabajo es francamente bueno. Nuestros productos están en todo el mundo y eso es porque algo estamos haciendo bien. Estamos en una buena línea”. En la mesa redonda, los transformadores trataron todos los temas de interés para el sector del vidrio, como la relación con los fabricantes, la sostenibilidad, la calidad del vidrio y de sus procesos de tranformación o la formación.
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