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El pasado y el presente son las ventanas, aquellas que, como a Lockwood, nos atrapan en la lectura de la obra de Emily Bronte, desde ese primer momento en que la rama de un árbol golpea contra ella. Los libros son nuestras repisas. Nosotros, los que nos apoyamos en ellas, desde una ventana. Es curioso y anecdótico el caso del Rey Guillermo III de Inglaterra que, tras la revolución de 1688, estableció un tributo para poder recuperar las arcas del Estado. El Rey tuvo el ingenio fiscal de crear un impuesto para que contribuyeranmás los ricos y pudientes, considerando el número de ventanas que tenían las casas, como prueba de la capacidad económica de las familias, es decir, a mayor número de ventanas, mayor aportación. Tener una ventana se convirtió en un lujo, lo que provocó que los arrendadores, que eran los que 77 OPINIÓN sufrían este impuesto, tabicaran las ventanas con ladrillos y tablones, y que las nuevas construcciones dispusieran de muy poco espacio, para evitar abrir huecos en las paredes. Las viviendas no transpiraban y las condiciones insalubres se convertían en foco de infecciones y brotes de epidemias, que eran cada vez más frecuentes. Fue en 1851 cuando se derogó la ley que, aunque fue un gran fracaso, duró más de un siglo. “Las cosas cambian, la gente cambia, y el mundo sigue girando al otro lado de la ventana” Con este artículo quiero hacer partcipes a los verdaderos protagonistas de este número de Novoperfil, los FABRICANTES DE CERRAMIENTOS, nuestros clientes, que son capaces de transformar una simple barra de extrusión en un elemento fundamental que, como hemos visto, cumple muchas funciones en nuestra vida, no sólo aislarnos del exterior y protegernos de todo lo que pueda suceder en él. n

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