Mascotas_MS8

MONOGRÁFICO POMERANIA 66 4. Cuando se utilizan hembras reproductoras que superan los 24 cm de altura, perteneciendo así a la variedad kleinspitz, las estadísticas en cuanto al número de cachorros pueden variar considerablemente. Un porcentaje significativo de los partos ocurre por cesárea, motivado por diversas razones como la mala posición del feto, la cabeza del cachorro demasiado grande que dificulta el nacimiento de forma natural y, principalmente, factores genéticos. Existen líneas de sangre en las que las hembras son capaces de parir de manera natural, y este es un objetivo adicional que todo criador debería buscar al seleccionar una hembra como reproductora. Los cachorros suelen ser diminutos, con un peso medio que oscila entre los 90 y los 130 gramos al nacer, aunque estos valores son aproximados. Durante los primeros quince días de vida, requieren una fuente constante de calor adicional a la que les proporciona la madre. Para esto, resulta muy útil utilizar bombillas de infrarrojos similares a las empleadas en terrarios, las cuales pueden mantenerse encendidas constantemente durante 24 horas. Esta fuente de calor se coloca en un ángulo de la zona de paridera, que previamente se habrá preparado, de tal modo que tanto la madre como los cachorros podrán moverse ligeramente para acceder a zonas con temperaturas más altas o más bajas según sus necesidades. En ocasiones, es necesario alimentar a los cachorros con leche maternizada específica. Esto puede ocurrir cuando las madres, especialmente las primerizas, los rechazan. El rechazo puede estar relacionado con desórdenes internos, o incluso por tratarse de embarazos realizados mediante inseminación artificial, donde no se ha dado la posibilidad de que exista un apareamiento aceptado por parte de la hembra, y esta no reconozca los cambios producidos en su cuerpo en el tiempo de gestación. Si permitiéramos que los perros se aparearan según las reglas naturales que tienen profundamente arraigadas en su memoria histórica, transmitida de generación en generación, y no interfiriéramos en el desarrollo natural de las camadas, estaríamos presenciando un cambio significativo. En este escenario, solo se aparearían animales sanos y solo sobrevivirían los ejemplares

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