res con las vacunaciones antirábicas y los testajes de anticuerpos, si el país al que se acude no está libre de rabia. DURANTE EL VIAJE Habitualmente, el animal tendrá que viajar en transportín o con otros sistemas de retención homologados y, a veces, con bozal, por lo que se debe verificar la normativa de cada medio de transporte. El transportín tiene que estar ventilado y tener holgura para que su 'huésped' pueda darse la vuelta. Lavarlo con agua y lejía para eliminar restos de feromonas de estrés y tenerlo abierto los días previos, junto con objetos familiares (manta, juguetes, mordedores), puede ayudar a transformarlo en un lugar de confort. Las feromonas felinas y caninas sintéticas, rociadas sobre el espacio, también pueden resultar de gran ayuda. En el coche, las mascotas deben ir separadas del conductor y con un sistema de retención adecuado. Lo más seguro, tanto para los animales como para los demás ocupantes, es llevarlos en el maletero y en los asientos traseros, separados por una rejilla o dentro de un transportín. En cualquier caso, hay que consultar las normas de la DGT. La legislación española exige llevar con bozal a todos los perros en transporte público, excepto cuando viajen en transportín. Algunos barcos dejan pasear a perros atados y con bozal por lo que, si no están acostumbrados, se les debe habituar antes. Si el viaje se realiza en avión, el transportín tiene que ser homologado y cumplir con la normativa de la IATA (Asociación Internacional de Transporte Aéreo). Algunas aerolíneas permiten llevar animales hasta cierto peso en la cabina, con un sistema adecuado de retención, pero lo habitual en autobuses y aviones es que viajen en bodega. Es preciso evitar que viajen en la bodega los perros con ansiedad por separación, miedosos o que sufran con el ruido. Siempre es conveniente llamar a cada aerolínea para informarse y reservar el vuelo con antelación. EN EL DESTINO Para intentar minimizar el estrés de los animales una vez en el destino, se aconseja: • Darles tiempo para conocer el entorno y adaptarse a este: explorar junto a la mascota el nuevo alojamiento y lugar para ganar confianza. • Proporcionarles objetos familiares, como su cama, juguetes o platos de comida, para que se sientan más cómodos y relajados en su nuevo hábitat. • Establecer una rutina similar a la de casa, lo que incluye los horarios de alimentación, paseos y descanso. • Garantizar su seguridad: revisar el entorno descartando que haya objetos peligrosos y sustancias tóxicas a su alcance. • Dedicarles tiempo de calidad para ayudarles a tranquilizarse y fortalecer el vínculo. n 19 ACTUALIDAD MÁS NOTICIAS DEL SECTOR EN: WWW.INTEREMPRESAS.NET • SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER
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