dientes a los alimentos enteros o de aplicar algún procesamiento industrial, con el fin de hacerlos más seguros, duraderos y agradables al paladar o para facilitar su consumo. El producto suele estar envasado y lleva etiqueta nutricional donde se leen entre 1 a 5 ingredientes. No contienen cantidades significativas (menor o igual al 5-10%del total) de azúcar, harina refinada o aceite vegetal refinado. El procesamiento de estos productos no debe interferir disminuyendo la calidad de los mismos, sino manteniéndola o incluso aumentándola. Ejemplos de buenos procesados son el aceite de oliva virgen extra, la leche UHT, yogures y lácteos fermentados, panes integrales 100%, chocolate negro o cacao en polvo >70%, gazpacho envasado, legumbres de bote, pescado enlatado, bebidas vegetales sin azúcares añadidos, jamón ibérico de bellota, comida real congelada (frutas, verduras, pescado…) y comida real envasada al vacío. Entonces, ¿qué es lo debería evitar al 100%un realfooder? Los ultraprocesados son lo opuesto a la comida real: preparaciones industriales comestibles elaboradas a partir de sustancias de otros alimentos o sintéticas, con diferentes técnicas de procesamiento. Suelen tener cinco o más ingredientes y entre ellos se encuentran las harinas refinadas, los aceites vegetales refinados, los azúcares de más de 100.000 seguidores y de más de 425.000 en Instagram. Y sigue creciendo, con blogs que aportan listas de ingredientes, ideas y recetas. Una nueva manera de entender la cocina Aunque en realidad no sea una novedad, este movimiento supone para muchas personas una nueva forma de ver la alimentación. En vez de centrarse en contar calorías y grasas, valora los alimentos en sí, y para personas acostumbradas a seguir dietas restrictivas y a considerar su alimentación diaria algo complejo y lleno de restricciones, la realfood resulta una idea liberadora. Expone la gran gama de alimentos que se pueden consumir -carne, pescado, verduras…- y se centra en identificar los que deberíamos eliminar. Los gurús de la realfood emplean YouTube e Instagram como herramientas de comunicación masiva, sazonan sus explicaciones de ejemplos prácticos, paseos por los supermercados y cuadros explicativos de qué es comida real y qué no. Su mensaje es visual, concreto, fácil de entender por cualquiera e invita a compartirlo, a añadidos, los aditivos y la sal. Estos ingredientes soportan un procesamiento industrial que consigue productos duraderos, listos para consumir, atractivos, ultrapalatables y altamente rentables. Ejemplos de ultraprocesados son los refrescos y las bebidas azucaradas, bebidas energéticas, zumos envasados, lácteos azucarados , bollería, panes refinados, carnes procesadas, pizzas industriales, galletas y derivados, cereales refinados y barritas, precocinados y listos para calentar o freír, patatas fritas y snacks salados, dulces, chucherías y helados, productos dietéticos o de adelgazamiento, salsas comerciales y pescados procesados. Por lo tanto, no se trata de eliminar alimentos de la dieta, ni de prescindir de los hidratos o de las proteínas, como proclaman algunas dietas ‘estrella’. Solamente evitar la comida rápida, tratada artificialmente y con numerosos añadidos perjudiciales para la salud. Huevos fritos con patatas, filetes, guisos de todo tipo, arroces, pastas, incluso pizzas artesanas: todo está permitido para un realfooder, siempre y cuando se haya preparado de manera casera, sin industrias de por medio. Este movimiento ha manejado las redes sociales de forma magistral, consiguiendo en poco tiempo una comunidad en Facebook Batch Cooking: planificar para comer mejor De entre las muchas tendencias que crecen en el mundo de la cocina, el Batch Cooking está estrechamente ligado al cuidado de la alimentación y la salud. Simplificando, no es otra cosa que cocinar una cantidad perfectamente planificada de platos el fin de semana, conservarlos e irlos consumiendo a lo largo de los días laborables (fuera o dentro de casa). De entrada, el tiempo entre fogones que esta tendencia requiere es importante, pero se ahorra y compensa de sobras durante los días en que no es necesario cocinar. Aunque tiene una parte de cuestión organizativa también permite comer de manera más sana menús preparados en el propio hogar. Además, supone un ahorro económico, ya que el cálculo necesario de aquello que vamos a comer reduce de manera importante el desperdicio de comida. Las zanahorias arrinconadas en un cajón de la nevera desde hace meses son cosa del pasado. La principal clave de esta práctica es la forma de entender la dieta: qué queremos comer. Tres o cuatro horas de preparación deberían bastar para dejar lista la comida de toda una semana. Recipientes que ayudan Esta corriente pone en primer plano de las necesidades disponer de los recipientes recesarios para almacenar las raciones diarias, ya sea en la nevera o en el congelador. Conviene que sean apilables, para ocupar menos espacio. El envasado al vacío es también una buena opción. Según la empresa Pyrex, más del 55% de los europeos planifican sus menús semanales y más del 88% cocinan al menos una vez a la semana. Para facilitar la tarea, esta compañía ha lanzado una colección denominada «Batch cooking Essentials», compuesta de recipientes que permiten preparar, cocinar en el horno, almacenar y recalentar. Al no tener asas, ahorran espacio en el congelador. Se presenta en sets de tres y cuatro recipientes y en dos gamas: una para losmenús de la semana, con una capacidad de 1,5 litros, para 2-3 personas; y otra pensada para transportar fuera de casa el menú para una persona (0,8 litros). En ambos casos, son aptos para horno, frigorífico, congelador, microondas y lavavajillas y el vidrio soporta desde +300°C a -40°C, con un choque térmico superior a 220°C. La tapa es hermética, de plástico libre de BPA, y son compactos, apilables y encajables. 53 -
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