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reportaje cuencia de ello, aparece el auge de los productos ecológicos, pero también de nuevas maneras de cocinar consideradas más saludables. Parece ser que los productos que incluyen en su empaquetado expresiones como light, sin azúcar o sin azúcar añadido, bajo en sal y otras palabras o componentes como bio- y ecoejercen especial atractivo a la hora de llenar la cesta de la compra. Hay estudios que afirman que ocho de cada diez consumidores europeos están dispuestos a pagar más por adquirir productos saludables. nAdemás de los productos ecológicos, cada vez está más presente la demanda de alimentos de kilómetro cero o de proximidad. Ello tiene una doble vertiente: si los alimentos han sido cultivados cerca de nuestro hogar es posible que no hayan necesitado procedimientos de conservación, con lo cual llegan más frescos a nuestras mesas. Por otro lado, hay una vertiente ecológica: si evitamos largos Cuestión de materiales Los materiales en contacto con los alimentos están regulados por estrictas normas europeas y nacionales que protegen la salud de los consumidores. Bien es cierto que el conocimiento que se tiene sobre cómo afectan determinados materiales a nuestra salud va evolucionando y, por lo tanto, estas normativas cambian. También hay una tendencia mucho más protectora actualmente que hace unos años y todo ello nos está llevando a replantear determinados usos. Un caso relativamente reciente es la desaparición del PFOA de la composición de los revestimientos de PTFE. Más reciente todavía es la regulación europea que prohíbe el Bisphenol A (BPA) en determinados utensilios y que establece límites de migración de partículas en otros. Pero sabido es que el mercado, a menudo, cambia y evoluciona mucho más rápido que las normas. Sucedió con el PFOA (nunca llegó a prohibirse, pero prácticamente ha desaparecido del mercado) y puede suceder con otros materiales que el cliente considere poco saludables. Son casos en que la simple sospecha por parte de los consumidores, que desconfían de un producto, puede llegar a dar un vuelco radical al mercado... justificado o no. La familia que probablemente más esté en riesgo en este momento es la de los plásticos. Ya son muchas las propuestas para sustituir los recipientes de estos materiales (herméticos y tarros, fundamentalmente) por otros de vidrio, considerado un material completamente inocuo, que además no altera el sabor de los alimentos y es seguro en el microondas. Cuando se trata de sustituir botellas (para llevar al trabajo o de excursión), aparece el vidrio, pero también el titanio y el acero inoxidable. Otro material que ha sido puesto en duda en ocasiones son los revestimientos antiadherentes. También aquí encontramos alternativas (hierro y acero inoxidable sin recubrimientos), aunque de momento se mantienen en un nivel residual en cuanto a ventas. Los motivos pueden ser varios: su precio más elevado, en algunas ocasiones su elevado peso (hierro) o la comodidad que, en el fondo, supone el antiadherente. En cacerolas también existen las alternativas del acero inoxidable y del hierro colado. En utensilios, vemos la aparición de opciones ‘eco’, como por ejemplo los de bambú. Y en los metales, se tiene especialmente en cuenta la ausencia de plomo, cromo o níquel. Otra cuestión que está en duda es el uso de bolsas de congelación e incluso de todo tipo de bolsas de plástico que entren en contacto con los alimentos. Sartenes de hierro fundido, una alternativa al antiadherente transportes también recortamos el coste que tiene, para nuestra salud, la contaminación que estos generan. nLa variedad de opciones en cuanto a dietas se refiere se ha multiplicado: aumenta el número de vegetarianos y veganos, así como de personas que no ingieren gluten. nLa variedad de alimentos de que disponemos en el supermercado o la tienda de barrio se dispara, muchos de ellos al amparo de la tendencia healthy: frutas exóticas, cereales de moda como la quinoa, el mijo o la chía, tubérculos como la yuca, sazonadores como la salsa de soja, multitud de tipos de pasta… todo ello, sujeto a modas que ponen a la cocina asiática, africana o sudamericana en el centro. nAparecen conceptos como el de superalimentos, aquellos que suponen un aporte extraordinario de minerales, antioxidantes, ácidos grasos, fibra, vitaminas…Son la chía, el maíz morado, las bayas de Goji, la lúcuma, el azúcar de coco… nLas nuevas tecnologías, las redes sociales y la sociedad de la información están influyendo en nuestros hábitos alimentarios. El consumidor compra en plataformas online, obtiene información sobre el producto por fuentes alternativas y se fía de la opinión de otros consumidores. El boca a boca sigue siendo una técnica muy efectiva, pero ahora este se vehicula a través de redes sociales, foros y otras plataformas online. nEsta revolución de las redes sociales ha conseguido que haya un estrechamiento de las relaciones entremarca y usuario. Es decir, una empresa que tenga presencia en facebook puede interaccionar con un usuario, unir lazos y crear una química especial que termine fidelizando al consumidor. nMuy unido al punto anterior, está la exigencia cada vez mayor del consumidor. Ante tanta información al acceso de todos, el cliente puede conocer cada detalle del producto que consume. nAparecen nuevas demandas, fruto de este mayor conocimiento de los productos, de su disponibilidad a nivel comercial y de otros fenómenos sociales. Un ejemplo es la demanda creciente de alimentos de comercio justo (ya es fácil encontrar algunas categorías, como en café, en las cadenas de supermercados e hipermercados). nEl cliente busca un producto con un empaquetado que refleje de forma clara sus ingredientes y todos los datos en cuanto a nutrición. nTambién está adquiriendo relevancia la ecología: cada vez más consumidores rehúsan embalajes innecesarios y, de este modo, vuelven los productos a granel. Somos lo que cocinamos Si llevamos la máxima «Somos lo que comemos» a su ámbito natural, que es la cocina, nos damos cuenta de que también somos lo que compramos y somos lo que cocinamos. Los fabricantes de utensilios están comenzando a explorar el potencial de la cocina healthy y prueba de ello es que los lanzamientos de nuevos productos, en este sentido, se intensifican año tras año. Al mismo tiempo, aparecen utensilios propios de otras culturas del mundo, que o bien son introducidos sin cambios o bien adaptados a nuestra cultura culinaria. Paralelamente, todo ello están influyendo también en los materiales que usamos para elaborar la comida y para consumirla. De este modo, aparecen productos alternativos, que 56 - menaje

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