ENTREVISTA 49 cadena de suministro. Los informes les sirven a las empresas como termómetro para conocer cómo evolucionan las ventas de los fabricantes de muebles y sus expectativas inmediatas. También analizamos el clima empresarial y otros aspectos como la deslocalización, I+D, inversión o empleo, entre otros. Dice que el observatorio ofrece información sobre toda la cadena de suministro… Sí, contamos con los datos de proveedores de materiales, es decir, fabricantes de tableros y derivados de madera, de herrajes para muebles o de pinturas y barnices; y de un segundo eslabón que incluye a fabricantes de muebles de baño, cocina, oficina y tapizados (sofás, sillones…) y muebles de hogar (dormitorios, comedores, armarios…). Además, participa un tercer eslabón: la distribución de mobiliario. Y a tenor de los resultados del observatorio, ¿cómo ha afectado la pandemia al sector e industrias afines? Los tres primeros meses de la pandemia (marzo, abril y mayo de 2020), los datos reflejaron una caída histórica, pero a partir de junio, el sector empezó a demostrar un dinamismo muy fuerte, que se mantuvo durante todo el segundo semestre de 2020 y gran parte de 2021. En el último año y medio se han registrado crecimientos muy elevados en la industria del mueble de, incluso, dos dígitos. ¿Y a qué lo atribuye? Hemos estado más tiempo en casa. La situación ha hecho que repensemos nuestros espacios. En el ámbito doméstico hemos tenido que montar las clases de los niños en casa o adaptar un espacio para teletrabajar o hacer deporte en casa, o rehabilitar la terraza o el balcón. En el ámbito público no se han dejado de hacer proyectos, excepto en el sector de la hostelería y el turismo, obviamente. El boom se ha producido en el mueble de uso doméstico, sin duda. Se ha invertido la situación. ¿En qué sentido? Hasta la llegada de la pandemia, el mercado que tiraba del sector del mueble a gran escala era el de uso público (hoteles, turismo, retail, comercios…). Con la entrada de la COVID-19 en escena se dio la vuelta y lo que más se ha estado vendiendo ha sido mobiliario para el hogar y el asociado a reformas. Ha habido también un efecto de trasvase de presupuesto familiar: todo lo que no nos hemos podido gastar en ocio, viajes o restaurantes lo hemos invertido en mejorar nuestro entorno en casa. ¿Qué han hecho las empresas que atienden a mercados como el hotelero para paliar los efectos de la pandemia? ¿Han adaptado su oferta al uso doméstico? ¿Han reorientado su negocio? Eso es muy difícil de hacer a corto plazo. El mercado contract está mucho más profesionalizado. En él no vendes al consumidor final, sino a un cliente profesional, a un prescriptor que compra para amueblar un hotel o una cadena de establecimientos comerciales. El mueble tiene otras exigencias de calidad y seguridad. No es lo mismo comprar un sofá para tu salón que para un hotel porque la normativa del mueble es más estricta para espacios públicos. Tenemos algún caso puntual de empresas especializadas en mobiliario de oficina que han aprovechado para dirigirse también al home office y cubrir así las necesidades de adaptación de espacios para el teletrabajo. A la crisis por la pandemia también se le ha unido la del transporte, las materias primas y la escasez de chips… Sí, es una crisis dentro de otra crisis o, mejor dicho, una consecuencia. Cuando se reactiva todo tras el parón, se reactiva en España y en todo el mundo de forma simultánea, y esto da lugar a una sobredemanda generalizada, acompañada de un encarecimiento de los fletes de transporte marítimo. ¿Hasta qué punto depende nuestro sector del mueble de estas materias primas que vienen del extranjero? La dependencia es alta. En 2004, en pleno apogeo del sector de la construcción, la importación de mobiliario superó por primera vez a la exportación. Y con mobiliario me refiero a productos terminados y semiterminados, componentes, de todo. Esa tendencia se mantiene hoy en día.
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